Lamentablemente, en los últimos dos partidos de la blanquirroja, ni todo el aliento de “la mejor hinchada del mundo” pudo impulsar a los jugadores a obtener los resultados esperados. Frente a esto, nace la pregunta de si la “ventaja de local” de verdad existe en el fútbol y qué tanta influencia puede tener esta en el desempeño de los jugadores.
El término “ventaja de local” o “home advantage”, en inglés, aduce a la tendencia de un equipo deportivo a ganar más partidos cuando juega en su propio territorio (con una sustancialmente mayor cantidad de aficionados apoyándolos en comparación al equipo rival). El efecto psicológico positivo que producen los cánticos y el vitoreo de los espectadores ha sido comprobado mediante numerosos estudios a partir de los años 80, por lo que podemos confirmar que tener más de tres gatos en las gradas es beneficioso para un equipo.
Por otro lado, se ha determinado que la ventaja de local es mucho más notoria y tiene un mayor efecto en deportes realizados en ambientes cerrados, tales como el básquet o el vóley; posiblemente por la cercanía de los espectadores al campo o por la mejor acústica. Además, algo en lo que todos los estudios realizados concuerdan es que la densidad de espectadores influye más que la cantidad. Es decir, el efecto producido por 50 000 hinchas en el Santiago Bernabéu sería menor que el generado si el Matute llenara sus 35 000 localidades. Como si eso fuera a pasar. Sumando los dos factores que acabamos de mencionar, podemos explicar por qué se considera al Boca Juniors como el equipo más difícil de derrotar en su casa y por qué a la Bombonera se la conoce como “el templo del fútbol”. La estructura sumamente compacta del estadio, la cercanía de las tribunas al campo y la imponente estructura vertical de los palcos junto al incansable aliento de los hinchas pueden provocar en el equipo rival una sensación de claustrofobia y desesperación que les impediría desempeñarse adecuadamente.
Frente a esto nace la siguiente cuestión: ¿la ventaja de local es un producto de la influencia positiva en los jugadores locales o de la negativa en los jugadores visitantes? En otras palabras, ¿pesa más ser motivado por miles de personas o ser abucheado por ellas? Un estudio de la Universidad de Illinois explica que los cánticos de las barras tienen un menor efecto psicológico en los jugadores que los abucheos para los rivales. Esto se debe a que, al ser cánticos orquestados, conocidos y con una duración considerable, son menos potentes que los abucheos, silbidos o insultos a los jugadores rivales. Al reforzar la sensación de culpa de los jugadores, son psicológicamente más intensos. Otro factor para explicar esto es que los cánticos suelen realizarse en momentos “muertos” del partido, por lo que el efecto inmediato no tiene mucho valor.
Se debe tomar en consideración, además, la influencia del público sobre las decisiones arbitrales. Si bien los árbitros profesionales son entrenados para no dejarse influenciar al momento de emitir una decisión, como seres humanos es sumamente difícil concentrarse y ser imparcial cuando miles de personas te critican y abuchean. En un estudio conducido en Alemania, se concluyó que los árbitros tienden a tomar decisiones parcializadas hacia el cuadro local cuando la hinchada vitorea por decisiones que vayan a favor de su equipo. Sin embargo, esta tendencia se reduce conforme aumenta la proporción de hinchas visitantes, lo que confirma que los árbitros no son infalibles y pueden equivocarse al tomar decisiones cruciales. Además, un estudio más incisivo descubrió que este efecto es mayor en decisiones relacionadas a la penalización de jugadores del equipo local, mientras que, cuando se trata de jugadores visitantes, el efecto es casi nulo.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Se ha demostrado también que, en partidos importantes o decisivos, el griterío de la hinchada local resulta negativo en el desempeño de los jugadores. Una posible explicación para esto es la excesiva presión, no solo por las ansias de ganar propias de los jugadores, sino también por la posibilidad de cargar con la culpa de decepcionar a miles de fanáticos. Esta desventaja es más tangible para equipos que se encuentran en una final por primera vez. En cambio, los equipos que ya han logrado el título anteriormente no sufren tanto de esto, posiblemente porque los aficionados ya se encontrarían satisfechos con su presencia en la final.
Como conclusión, de acuerdo con estos investigadores, “la mejor hinchada del mundo” le pudo haber jugado en contra a nuestros seleccionados. Y los partidos perdidos en casa, además de por el hecho de estar probando nuevas alineaciones, podrían deberse a la presión de no decepcionar al pueblo peruano, especialmente siendo conscientes de que, luego de haber conseguido llegar al mundial, las expectativas de la población son altísimas. Sería posible, entonces, que prohibir la hinchada local del River en la final de la Libertadores resulte beneficioso para ellos.