El hombre es un ser social por naturaleza decía Aristóteles. Como tal, está sujeto a la interacción con otras personas, las cuales tienen puntos de vista propios sobre la realidad del mundo que les rodea. Por ello, la opinión de la sociedad ha sido siempre un referente para guiar la propia conducta.
Actualmente, los medios de comunicación y las redes sociales nos permiten informarnos en cuestión de segundos sobre las creencias y visiones de nuestros pares respecto a varios temas. Estas opiniones provocan diversos efectos en los que las reciben, entre ellos dos contrapuestos: el efecto bandwagon y el efecto underdog.
¿Qué es el efecto bandwagon?
Se refiere al adoptar ideas o conductas solo porque la mayoría de las personas lo han hecho previamente o piensan de esa forma.
El concepto como tal comenzó a usarse durante el siglo XIX en los Estados Unidos, haciendo alusión a la atracción que provocaban los candidatos electorales que usaban carrozas llenas de música en desfiles callejeros y que hacían a la gente literalmente “subirse al carro”.
Moda, política, comportamientos de consumo y todo lo que lleva a la toma de una decisión puede verse influenciada por este efecto, inclusive sin darnos cuenta.
¿Por qué sucede este fenómeno?
- Necesidad de pertenencia a un grupo
- Tendencia de asumir como correcto un hecho o idea si la mayoría lo apoya.
- Por interés, para así obtener los “mismos beneficios”
- Apatía social: quitarnos responsabilidad al decidir y dejar la decisión a la mayoría.
El efecto que las normas grupales tienen en cada uno de nosotros ejerce una presión contra la que es difícil luchar. La necesidad de formar parte del grupo hace que nuestra conducta se adapte a sus tendencias con el objetivo de ser aceptados y no quedarnos al margen.
Todos queremos pertenecer al grupo de los “ganadores”. Sabemos que es difícil ser el extraño en una sociedad demandante y luchamos contra las implicaciones que esto supondría. Así, adoptamos conductas que, aunque puedan estar lejos de nuestros valores y hasta de nuestro razonamiento, nos hacen más fácil la adaptación al grupo.
No obstante, en algunas personas puede aparecer el hastío y el desencanto hacia la posición mayoritaria ya sea porque no llenan sus expectativas o por diferencias con su propio pensamiento; y aparece a su vez una sensación de simpatía hacia la que consideramos una causa perdedora.
El efecto underdog
En este efecto, la decisión tomada será la que beneficie a la opción que se perciba como menos valorada, ya que se le consideraría como injustamente atacada o menospreciada.
Las causas del efecto underdog pueden ser múltiples: puede ser un intento de ser cool y hacerse notar diferenciarse del resto, compadecerse ante la situación de la “causa perdida” o admirar la voluntad de oponerse a la mayoría.
Impacto en movimientos sociales
Ambos efectos contribuyen a la aparición, la desaparición y la aceptación de los movimientos sociales si tenemos en cuenta que la opinión de nuestros semejantes es relevante al momento de hablar de cambio de actitudes. En ese sentido, las minorías necesitan de un largo período de tiempo en el que precisan mantener una coherencia interna y una consistencia en sus demandas con el fin de provocar dicho cambio en los demás.
Primero, algunos componentes del grupo mayoritario perciben que lo demandado es justo y cambian su perspectiva. Posteriormente, este cambio provoca que otros sigan su ejemplo, por lo que la demanda se expande y convierte en la nueva visión mayoritaria.
Ejemplos del fenómeno descrito fueron los movimientos obreros, los feministas, los de defensa de los derechos de la población afroamericana y más actualmente los movimientos en favor de los derechos del colectivo LGTB.
Estos colectivos, inicialmente, contaban con la oposición frontal de la mayor parte de la población. Sin embargo, la coherencia interna, la constancia y la consistencia a lo largo del tiempo de sus demandas hicieron que algunos de los individuos que apoyaban la opinión dominante cambiaran su opinión (efecto underdog). Con el paso de los años, la tendencia se ha revertido, y se favoreció a través de un efecto bandwagon la aceptación de los derechos de los colectivos.
Manipulación de la información y el direccionamiento
Una de las dimensiones donde más se intenta aplicar el estudio de estos efectos es en política, desde la cual se ha intentado emplear de manera propagandística tanto en los medios como las encuestas de opinión al considerarse que el conocimiento de la opinión ajena modificará la conducta y las creencias en la dirección deseada.
Para ello, las diferentes opciones políticas intentarán presentar encuestas de opinión lo más favorables posible a su propuesta (dada la mayor facilidad de que la población se adscriba a la opinión mayoritaria), presentándolas en los medios con el fin de que se expanda la visión de que su propuesta es la que va a ser la ganadora, o al menos la que está en auge.
Hoy en día, si tenemos en cuenta que nuestra sociedad cada vez resulta supuestamente más crítica y selectiva con la información que se le ofrece, entonces es más difícil que estos efectos tengan una gran efectividad. O quizás sí… ¿tú qué crees?