Ecuador, país que antes había sido relativamente seguro para la región, ahora no aparece en las noticias si no se trata de la creciente inseguridad que afecta a su población. Hoy en día, Guayaquil se encuentra entre las 24 ciudades con la mayor tasa de homicidios a nivel global, después de Detroit.
En respuesta a su juicio político por el caso “Encuentro”, el expresidente Guillermo Lasso recurrió a la muerte cruzada, la cual llevó a un nuevo proceso electoral para un mandato de apenas 17 meses. Esta crisis sonó a nivel internacional por el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, quien iba segundo en las encuestas. Como rival del correísmo, Villavicencio prometía tomar una postura férrea contra la corrupción y el crimen organizado, lucha en la cual él ya se había desempeñado como periodista, pues tuvo que asilarse en Perú por sus denuncias realizadas contra el gobierno de Correa. Con tal perfil, ya había quienes anticipaban su lamentable destino.
En su lugar, surgió la figura de Daniel Noboa, hijo del cinco veces candidato presidencial Álvaro Noboa (ni Keiko se atrevió a tanto). Si bien cuenta con múltiples propuestas para afrontar la crisis, cabe la duda de si le bastarán los 15 meses restantes para aplicarlas en su totalidad. Independientemente de ello, el presidente Daniel Noboa se enfrenta a un panorama adverso que dará mucho de qué hablar. Pero este artículo no trata sobre Noboa, en su lugar, tratará de explicar cómo es que Ecuador llegó a esa situación.
Actualmente, Ecuador cuenta con varios problemas políticos, pero un buen punto de partida es el gobierno de Rafael Correa, quien hizo muy poco por detener eal narcotráfico. Mientras que, al norte de la frontera, el control de las FARC menguaba debido a la colaboración entre el gobierno uribista y la DEA, Correa se resistía a la injerencia estadounidense, como buen miembro del foro de São Paolo.
De hecho, el gobierno de Correa legalizó a los “Latin Kings”, pandilla asociada a los Bloods estadounidenses como una forma de afrontar la violencia callejera (no es broma, Correa de verdad hizo eso; de hecho, le recuerdan a los Boy Scouts). Así, el gobierno de Correa priorizó un incremento del presupuesto asignado a los programas sociales y adoptó un enfoque extremadamente suave contra el crimen organizado. ¿Y cómo se distribuía el dinero de estos programas sociales? Precisamente, se le distribuía recursos a “asociaciones juveniles” (los Latin Kings) para que organicen “conciertos y otras actividades culturales ¡El plan perfecto para sacar a los jóvenes de las calles! Al respecto, la ex Directora Nacional de Rehabilitación Social, Alexandra Zumárraga, al respecto, alegó que “en los 10 años de la Revolución Ciudadana no se hizo un solo programa serio”.
Ahora bien, el impacto de estas medidas sobre el crimen organizado no fue inmediato. No fue hasta el 2019 cuando la situación económica llevó a que Lenín Moreno redujera el presupuesto destinado a la administración carcelaria. La falta de recursos permitió a las bandas locales hacerse del control de las cárceles, las cuales ahora utilizan, en ciertos casos, como base de operaciones. Posteriormente, estas se han vinculado a las mafias más importantes de México. Así, se han especializado en las funciones de almacenamiento y transporte internacional de cocaína a través de minipuertos a lo largo del litoral. Por ejemplo, los “Tiguerones”, a quienes podrán recordar por la toma de TC Televisión el 9 de enero, están vinculados a la mafia mexicana “Cártel de Jalisco Nueva Generación”.
De momento, durante la gestión de Noboa, la Fiscalía General de la Nación ya lideró en el mes de diciembre el Operativo “Metástasis”, en el cual se está investigando a múltiples funcionarios públicos por colusión con el crimen organizado, incluyendo a Wilman Terán, presidente del Consejo de la Judicatura. En ese contexto, se puede interpretar la reciente escalada en la violencia como una acción retaliativa o vengativa por parte de las bandas criminales. ¿Podrá Noboa afrontar al crimen, o está Ecuador en vías de ser un Estado fallido?
Edición: Cristóbal Contreras