Dentro del constantemente deformado ecosistema de Lima no solo habitamos simios egocéntricos (Homo bocina, Homo pendex, y Homo ¿sapiens?). Nuestro desfigurado ecosistema urbano acoge mal que bien a varias otras especies. Muchas plantas, entre las cuales llamamos “maleza” a las que son realmente oriundas y pertenecen a este sistema, pero “planta de jardín” a plantas traídas hasta desde la Isla de Java; una infinidad de roedores con muy poco parecido a Micky Mouse (pero mucho parecido a Jorge del Castillo); los perros y gatos que desde luego alegran a muchos; y varias aves que para gran parte de los Homo limeñus apresuradus pasan casi enteramente desapercibidas (salvo cuando sueltan una caquita en el hombro como venganza por algún árbol caído).

La venganza de las aves vendrá pronto (viñeta traducidal de FalseKnees)

La venganza de las aves vendrá pronto (viñeta traducida de FalseKnees)

Detrás de las incontables palomas y el ocasional gallo del vecino, miles de aves viven en Lima. Algunas bajo constante riesgo de desalojo permanente, porque un edificio da más renta que un parque, y otras bastante cómodas entre el caos urbano, los pequeños jardines en los barrios acomodados o terrales en terrenos abandonados, las migajas o incluso la basura.

Mi misión con esta columna es impulsar la curiosidad por dos de estas aves. Dos aves que sin lugar a duda cualquiera con dos días en las calles de Lima se ha cruzado por lo menos una vez, y que tienen el carisma suficiente como para atrapar la atención de cualquiera que las mire por solo unos segundos. La curiosidad que pretendo alimentar es la única capaz de generar la empatía por todos los seres-no-humanos a los que pisoteamos constantemente, y con un poco de esperanza, esta empatía puede también motivarnos a votar por el candidato de los parques en vez del candidato del concreto amarillo.

Fotografía

Fotografía de un chisco tomada en Magdalena del Mar por Rutger Koperdraad.

El chisco – chaucato (al sur), sonjia (al norte), calandria colilarga, “longtailed mockingbird” (para los Trumplandeses), y Mimus longicaudatus (para la ciencia) – es sin duda una de las aves más carismáticas en la costa y parte de la sierra peruanas, desde la Provincia de Manabí, en Ecuador, hasta la Región de Arequipa, en Perú. Estos son los dos únicos países en donde se encuentra esta ave terrestre, pero su abundancia es considerable y no se encuentra en riesgo de extinción.

No se tiene identificado ningún patrón de desarrollo en su población, ya que el monitoreo sobre la especie es muy escaso. Sin embargo, la facilidad con la que se adapta a los ecosistemas alterados y urbanizados de Lima y Ecuador crea la pregunta respecto a sus tendencias poblacionales. En una hipótesis no tan descabellada, la población de chiscos estaría en crecimiento, de igual manera que la población de un primo de la misma familia de aves, que llena un nicho ecológico* similar y cuya población creciente está colonizando las zonas urbanas de Ecuador. Tal vez planean dominar el mundo.

Los chiscos son vistosamente patilargos. Esto se hace evidente por su hábito terrestre, y las largas zancadas que dan para cruzar las pistas yendo de jardín en jardín. La cola levantada y los pasos rápidos le dan un aire de ocupado. Tal vez sí se están esforzando por conseguir el control geopolítico del mundo.

TordoBrilloso

Fotografia de un tordo brilloso tomada por Chris Darby

El tordo brilloso (Molothrus bonariensis riparius) es un ave con una distribución muy amplia que cubre casi toda Sudamérica. En Perú, lo encontramos en toda la costa norte y la amazonía, pero no en los andes. Le debemos una reivindicación por haberlo confundido tanto con los cuervos de los yunaites Estados Unidos, ya que nuestro tordito tiene su propia historia interesante. A pesar de no sacar ojos, puede sacar a otras aves de sus nidos colonizándolos con sus vástagos malcriados. Este comportamiento es una forma de parasitismo popularizada por el cucú y celebrada alrededor del mundo cada hora con muy huachafos vistosos relojes de pared.

La filosofía del parasitismo puede ser irritante (Viñeta original de FalseKnees)

La filosofía del parasitismo puede ser irritante (Viñeta original de FalseKnees)

Consiste en poner los huevos que contienen a tus bebotes en los nidos de otras aves, para no tener que armar un nido propio ni alimentar a tu polluelo, y que sea otra ave quien le pone huevos y saca adelante a tu familia, a pesar de que el vástago extranjero metido a la fuerza en ese nido a veces se esfuerce por matar a los polluelos de quien lo alimenta, oh, amor de hijos. Esta ave preocupa a algunos biólogos, principalmente en Ecuador, puesto que el cambio climático está expandiendo su área de vida, lo que favorece que desplace a las aves nativas que no se han adaptado a su presencia y que pueden desaparecer si la presión del parasitismo de nidos es muy grande.

 

Los tordos brillosos no son terrestres como los chiscos. Prefieren volar que correr, aunque a veces, en espacios amplios de hierba baja pueden acumularse muchos, como lunares que buscan insectos entre brincos. Pueden ser agresivos con otras aves y los machos tienden a acaparar el territorio en el que forrajean. Dan fuertes alertas vocales, muy diversas, y por Lima es muy fácil escucharlos cerca a cualquier parque, trepados a algún árbol o un buen cable de teléfono.


Estas dos aves son solo una pequeñísima porción de la modesta, pero igualmente ignorada por muchos, diversidad de especies que comparten Lima con nosotros. Ojalá sean una justificación suficiente para levantar la mirada del teléfono y ganarle algo de cariño a la vida que nos envuelve.

*Nicho Ecológico: el nicho es el conjunto abstracto de todas las características bióticas y abióticas con las que interactúan los seres vivos. Habitualmente las especies que compiten tienen el mismo nicho ecológico. El cambio de los nichos, y la posibilidad de ocupar un nuevo nicho son fuerzas importantes en la evolución de especies.


Editado por Daniela Cáceres