En 1972, el sociólogo inglés Stanley Cohen realizó un revolucionario estudio sobre la relación entre la prensa, las autoridades del orden (como la policía) y los actos considerados “desviados” de la moral. Este resultó ser sumamente influyente al analizar la relación entre la prensa y el crimen, así como la representación pública de los diferentes grupos.
En el Reino Unido de los años sesenta e inicios de los setentas, se desató una polémica entre dos subculturas juveniles: los “mods” y los “rockers”. Los “mods” se caracterizaban por una clásica vestimenta formal y gustaban de géneros musicales modernos como soul y R&B; por otro lado, los “rockers” vestían chaquetas negras de cueros y andaban en motocicletas escuchando rock and roll. Lo que inició como un choque de dos subculturas juveniles de diferentes perspectivas con esporádicos casos de violencia local fue rápidamente tornado en un circo mediático por la prensa inglesa.
Diversos periódicos de la época comenzaron a imprimir titulares sensacionalistas sobre actos de violencia organizada, embarazo juvenil y uso de drogas que relacionaron a los “mods” y “rockers”. El público británico se enardeció y acusaba a estos jóvenes de representar una derogación de la buena moral y una decadencia de la cultura. Tanto público y prensa retroalimentaron esta narrativa y el primer ministro británico de la época Harold Gurden consideraba a ambos grupos irrespetuosos de la ley y el orden, en otras palabras, criminales (Cohen, 2017).
Al realizar una apropiada investigación de los titulares publicados, Cohen descubrió que la realidad difería mucho de lo reportado. Las historias detrás de las noticias retratadas resultaban ser de mucho menor impacto y, por si no fuera poco, muchos de los actos de violencia reportados no tenían relación ni con los “mods” ni con los “rockers”. La realidad se asemejaba más a dos modas contemporáneas que surgieron en paralelo y se sentían diferentes entre ellas; las mayores discusiones correspondían a gustos musicales y sus mayores expresiones de violencia se hallaban en las letras de alguna canción popular. Sin embargo, para quien solo leyese el periódico, el asunto concernía a dos bandas criminales de jóvenes que se enfrentaban de manera violenta y atentaban contra los valores nacionales (Cohen, 2017). ¿Qué sucedió?
Cohen nombró a este fenómeno “pánico moral”, donde la prensa sugiere que las acciones de cierto grupo son perjudiciales a la moral de la sociedad en conjunto. Dado que todos, en algún sentido tradicionalista, defendemos ciertos valores, es fácil para la prensa dirigir nuestro sentido moral hacia un grupo del que cuentan con control creativo. Así, la prensa toma un rol de emprendedor que impone su ideología a una sociedad en una cruzada moral y a cambio cuenta con material para continuar vendiendo. Más allá de un común amarillismo periodístico, este pánico moral termina alterando la realidad que reporta y la animosidad se convierte en la noticia.
Producto del pánico moral, surge lo que Cohen denominó “diablo folclórico”: cualquier grupo o individuo que es vilificado por la prensa y se transforma en un símbolo de las enfermedades en la sociedad mediante la estigmatización. Usualmente son generalizaciones mal informadas sobre individuos involucrados en un comportamiento desviado y, en otros casos, son criminales reales. Lo que inicia con una simple representación de la noticia se torna en una construcción mediática con un significado dado que se resume en una “amenaza a la sociedad ordinaria”. Aquellos que son determinados diablos folclóricos son subsecuentemente sometidos al escrutinio social, un apedreamiento metafórico que se realiza hoy en redes sociales, y pasan a ser excluidos a las periferias de la sociedad (Newton, 2016).
Finalmente, sobre el estudio, Cohen concluyó que existe una “amplificación de la desviación”: él explica que “la reacción social no solo incrementa la probabilidad de que el desviado actúe, sino que le proporciona sus líneas y dirección de escenario” (Cohen, 2017). Notó que la policía y el Gobierno comenzaron a ser más duros con los denominados “diablos folclóricos”, y en converso, más jóvenes en las periferias morales tenían actitudes negativas hacia la policía, lo que llevaba a mayor criminalidad. La actitud del pánico moral solo refuerza la homogeneidad de una cultura y la primacía de los valores sociales mainstream.
Ahora más que nunca, cuando la prensa es prosumidora y digital, juega un rol crucial en la construcción de las caricaturas de quienes se encuentran “fuera de lo normal”, por lo que la estigmatización solo va a contribuir a las diferencias sociales.
Edición: Paolo Pró
REFERENCIAS:
- Cohen, S. (2017). Demonios populares y pánicos morales: Desviación y reacción entre medios, política e instituciones. (Portada puede variar) (1.a ed.). Gedisa Mexicana.
- Newton, M. (2016). Moral Panic within British Society caused by the Mass Media. LAP LAMBERT Academic Publishing.
- Audiovisuales
- Arte: Henry Fuseli (1741-1825)
- La pesadilla (1781)
- Ciego Milton (1786)
- Lady Macbeth con los puñales (1812)
- Las tres brujas que aparecen en Macbeth y Banquo (1782)
- Titania y Bottom (1790)