En las últimas semanas, por primera vez en la historia del Perú, ocurrieron procesos de democracia interna en los partidos políticos. Estas inéditas elecciones han sido posibles gracias a la aprobación (a medias como todo lo que hace el Congreso) de algunas de las reformas propuestas por la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, conocida popularmente como la “Comisión Tuesta”. Algunos incautos podrían pensar: “¡Qué bien! ¡Nos acercamos a ser una democracia con partidos sólidos y sin caudillos!”. Sin embargo, este pensamiento es completamente ingenuo (tristemente). Estos procesos, en la mayoría de casos, han sido un saludo a la bandera. En el siguiente artículo, Voz Actual te explica por qué:
Los procesos de democracia interna, conocidos como elecciones internas o primarias, tienen dos formas: elecciones donde cada militante tiene un voto o elecciones a través de delegados. Ambos métodos de elección no han tenido buenos resultados. En el caso de los partidos que le dieron a cada militante un voto, solo en 3 hubo más de una lista; es decir, más de un precandidato a la presidencia: en el Partido Morado, en Acción Popular y en el APRA. Sin embargo, solo alrededor del 5% de los militantes inscritos participaron en las primarias. Esto nos sugiere dos cosas: o ese es el verdadero número de afiliados a los partidos políticos o el desinterés por la política tradicional, lamentablemente, ya nos ganó la partida. A pesar de que esto pueda sonar mal, estimado lector, estos partidos son los “más democráticos” que tenemos. ¿Es una broma, no? Pues no, este sistema, es infinitamente superior a la segunda modalidad de elección: mediante delegados.
En el resto de partidos, se optó por la modalidad de delegados. Aquí es donde viene lo más triste. Las elecciones por delegados demuestran que, por desgracia, la democracia interna en los partidos políticos es un chiste que se cuenta solo. La cantidad de delegados por partido era ínfima. De acuerdo a un cuadro elaborado por Iván Lanegra, de Transparencia Perú, el partido que más delegados tenía era Restauración Nacional, el cascarón del pastor Humberto Lay, que cambió de nombre a Victoria Nacional para acoger la candidatura de George Forsyth. Este tenía 80 delegados. Por otro lado, los partidos con menos delegados eran los poco conocidos (popularmente conocidos como partidos NN o partidos pitufos) Perú Libre y Renacimiento Andino, cada uno con solo 7 delegados.
Lo peor, es que, incluso con una cantidad tan baja de delegados, ¡en muchos partidos hubo ausentismo! Cabe destacar que, estos “delegados” se reunieron no para elegir (pues esta acción implica tener más de una opción), sino para “dar su venia” a una lista única. Esto significa que, realmente no hubo democracia interna y que estos partidos solo buscan cumplir con los requisitos legales. Estimado lector, no continuaremos analizando lo que ocurrió con las listas congresales porque solo le provocaremos una profunda decepción.
¿Qué implicancias tiene esto para nuestras instituciones?
Lamentablemente, esta situación dista de ser ideal para nuestra débil democracia y para nuestras aún más débiles instituciones (por no decir catastrófica). La ausencia de democracia interna en los partidos políticos solo generará nuevas situaciones de inestabilidad en el futuro, como la que vivimos recientemente con la vacancia del expresidente Martín Vizcarra.
Esto ocurre por una simple razón: los candidatos, tanto a la Presidencia de la República como al Congreso, no cuentan con una vida partidaria real. Por ende, no les importará “manchar el buen nombre del partido”, pues estos son solo vehículos para ser elegidos. La posibilidad de ser sancionados por él o ser expulsados del mismo no es una amenaza o incentivo real, pues pueden buscar nuevos cascarones para el siguiente proceso electoral. Así, lo más probable es que, cuando sean elegidos, los candidatos actúen de manera irresponsable y demagógica por ambiciones personales (como Podemos Perú durante este Congreso).
¿Cómo podemos fortalecer los partidos y nuestro sistema democrático?
Para evitar situaciones de inestabilidad política en el futuro, necesitamos tener partidos que no sean cascarones. Del mismo modo, para que desaparezcan los partidos cascarones, necesitamos una democracia interna real. Elijamos bien en las próximas elecciones: votemos por partidos que realmente tengan democracia interna. Recuerden que los partidos que no pasen el 5% (valla electoral) perderán su inscripción. Entonces, está en nuestras manos premiar a los partidos verdaderamente democráticos y castigar a aquellos que solamente son “fundos” de un caudillo.
Otra forma de fortalecer nuestro sistema político es agruparnos y generar un nuevo proyecto, en forma de partido, que sí cumpla con los estándares necesarios de democracia interna y vida partidaria activa. Recordemos que la acción política es la forma más importante que tenemos los ciudadanos de lograr cambios. No esperemos a tener más protestas y más muertos (como Inti y Bryan) para tratar de corregir el mal que nos aqueja. El poder está en nuestro voto.
Editado por: Camila Villalobos