El día de ayer la revista Nature publicó un artículo especial sobre el estado de la investigación  científica en el Perú. Este empieza describiendo la clásica del hombre contra la naturaleza, a través de una investigación de Gabriel Carrasco acerca de focos de malaria en la selva, donde los drones empleados para el mapeo de estos lugares no resistieron contra la majestuosa Amazonía. Sin embargo, en este país, los científicos no solo están acostumbrados a batallar contra las condiciones naturales (al fin y al cabo, la naturaleza es una de las particularidades del Perú); sino que mantiene una eterna pugna contra la burocracia, la falta de interés político, las dificultades en el financiamiento y la deficiente infraestructura de investigación.

El Perú está en séptimo lugar en el número de publicaciones a nivel latinoamericano (nuestros vecinos como Chile, Colombia y Argentina tiene desde 3 hasta 10 veces más volumen académico que nosotros), y 2/3 de las publicaciones que sacamos en 2016 tienen autores extranjeros entre ellos. Te invito a entrar a repositorios académicos como PubMed o ScienceDirect y buscar algún artículo de alguna universidad peruana (p. ej., la Cayetano Heredia), te darás cuenta de que al menos 1 o 2 nombres son gringos, y usualmente se encuentran al principio o al final de la lista de autores (los lugares importantes en cuanto a contribución intelectual y financiera se refiere). Entonces, la mayoría de las investigaciones de Perú requiere de un fuerte financiamiento extranjero, no hay laboratorio en el Perú que se sostenga solo de dinero del CONCYTEC (El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Perú). Pero, ¿de dónde proviene el dinero del CONCYTEC?

Parte del fondo del CONCYTEC proviene de un proyecto con el Banco Mundial. Este proyecto con el Banco Mundial requiere que el CONCYTEC cumpla unos plazos de ejecución de este presupuesto, esto quiere decir presentar resultados y evidencia de la investigación. Sin embargo, el CONCYTEC financia una diversidad de proyectos, desde investigaciones paleontológicas hasta inmunológicas, cada una de estas evidentemente no demoran el mismo tiempo. Entonces, muchas veces el dinero queda congelado, debido a que los plazos no han sido pensados para cada especialidad particular. Se critica bastante, entonces, que en el CONCYTEC haya una extrema rigidez financiera, que impide plazos razonables para los investigadores, debido a la ausencia de fondos propios del Estado.

Muy aparte del rol del Estado como ente financiero, el hecho que este pueda involucrarse en las investigaciones científicas peruanas puede tener bastantes efectos positivos. Ejemplos claro son el de Patricia Majluf y sus contribuciones a las investigaciones en el mar peruano que ha permitido tener información para realizar políticas sobre la pesca y sus límites. Otro caso es el de Jaime Miranda, investigador de la UPCH, cuyos estudios de obesidad en el Perú llamaron la atención del MIDIS. ¿Por qué investigaciones que tienen un impacto tan positivo en el país son financiadas con plata del extranjero y luego recién son de interés para el estado?

El artículo de Nature no recibió declaración alguna del CONCYTEC. La Dra. León-Velarde directora de esta entidad se pronunció después por redes sociales para explicar esto y resaltar todo lo que se ha avanzado estos últimos años en financiamiento y nuevos proyectos. Está bien reconocer que no somos el Perú de hace 10 años, donde un investigador no podía aspirar a recibir del estado más de 10 mil soles, sin embargo, no podemos perder de vista que seguimos estando a media tabla en nuestro potencial investigativo, varios países con mucha menos diversidad natural y cultural nos superan largamente; y es más, invierten más dinero que nosotros en investigar nuestro propio país.

¿Hasta cuándo seguiremos siendo los ignorantes sentados sobre una banca de oro?

Editado por: Kelly M. Pérez Valenzuela.