Como digno miembro de la generación Y (aunque la mayoría me diría millennial #NOT) la mayoría de mis políticas son de corte progre liberal, pero como miembro del equipo de redacción trato siempre de evitar influir mis artículos con mis ideas políticas y/o económicas. Sin embargo, creo que es pertinente mencionar la opinión poco popular acerca de regular la entrada de venezolanos al Perú, desde una visión latinoamericana.

Empezando por el hecho de que los venezolanos están escapando de una dictadura (aunque la tía Vero crea que no lo es #Vero2021), es necesario entender que es deber de los latinoamericanos ayudarlos en este momento de crisis, así como ellos nos ayudaron cuando el gordinflón tío Alán decidió jugar a ver quién puede malograr más la economía del Perú en los ochentas o cuando el tío Fuji decidió que los derechos humanos eran una cuestión opcional en los noventas. Los peruanos escaparon a uno de los países más estables de su contexto… Venezuela (estoy omitiendo los demás países a los que se fueron para efecto dramático). Como hermanos latinoamericanos, lo mejor que podemos hacer es actuar en un quid pro quo, en español tradicional (si no entiendes googlea),”Si me ayudas, yo te ayudo”. Empecemos por tener empatía con su situación. Tenemos que, como humanos, pensar en la difícil decisión que es abandonar tu hogar por un futuro totalmente desconocido; en el mejor de los casos, abandonando a tu familia; y en el peor, arriesgando tu vida la suegra es baja aceptable.

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¿Idénticos?

En la frontera entre Brasil y Venezuela había un pequeño campamento de unos dos mil venezolanos que buscaban escapar del régimen chavista. La mayoría se escapaba en busca de mejor atención médica: según informes del estado brasileño, la demanda de salud en esa región incrementó en un 3500% en los últimos cuatro meses. Es un estado de caos donde la falta de medicamentos se ha vuelto tan precaria como en la misma Venezuela. El presupuesto estatal no puede cubrir las necesidades tanto de los locales de la comunidad de Pacaraima como la de los inmigrantes venezolanos.

Por otro lado, el estado venezolano no mejora la situación con sus vecinos. El pasado domingo, alrededor de treinta hombres de la Fuerza Militar Venezolana ingresaron en dos helicópteros a territorio colombiano, ante lo cual la Cancillería colombiana emitió un comunicado el día de ayer (martes), donde describió este suceso como una “incursión militar no autorizada a territorio [colombiano]”.

Estas acciones son, para varios que vieron los sucesos ocurridos en los últimos años en el mundo civilizado Europa (el contexto, reacción y sucesión de desastres eventos), muy cercanas a la inmigración de refugiados africanos y del Medio Oriente. Es natural que siempre, en situaciones de migración excesiva, haya reacciones de los sectores más conservadores de la población. El resultado de esos sucesos generó un terror mundial en el último periodo de elecciones europeas, pues los partidos nazis de ultraderecha de varios países empezaron a ganar popularidad por su discurso en contra de los inmigrantes.

Si lo que se busca es prevenir que los partidos radicales (a pesar de que en Latinoamérica sean una broma) vuelvan a tener la popularidad que solían tener, tenemos que evitar los errores que los gobiernos europeos liberales cometieron. El error principal fue que subestimaron el poderío de estos partidos de oposición que, finalmente, fueron los que votaron por un gobierno radical en Austria o el Brexit en el Reino Unido. Debemos tener en cuenta que, si bien en Europa era lógico subestimar esas actitudes, en países como Perú, Colombia o Brasil no lo es, pues la estabilidad política o social actual está a kilómetros de ser la europea.

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Cuando los gobiernos radicales asumen el poder en Europa es cosa seria

Creer que la oposición al gobierno electo (como el del tío Vizcarra-Salazar) es lo suficientemente estable como para oponerse a esta ola radical es pecar de huevón de inocente. No ha pasado más de un par de año desde que la ola migratoria empezó y las expresiones de odio en contra de los venezolanos ya suenan en varios sectores poblacionales de estas naciones. Si bien medidas como las que se están usando en el Perú de exigir pasaporte sí es más exigente de lo que se debería, acatar la situación que se tiene en frente se debe hacer de manera inteligente y política. Lamentablemente, tenemos que enfrentar que vivimos en una democracia donde la mayoría es intolerante, y que para seguir ayudando a nuestros hermanos del norte no podemos dar nuestro brazo a torcer.