Querido lector de Voz Actual, supongo que alguna vez ha escuchado acerca de los (atroces) muy alturados debates que, a través de los años y diferentes períodos, hemos podido apreciar en el Congreso de la República del Perú (alias el Primer Mercado de la República). Recordemos, por ejemplo, cómo hace casi 5 años, en una sesión acerca de las agendas de la entonces (presidenta) primera dama, Nadine Heredia, ante las insistentes interrupciones del congresista Mauricio Mulder, un airado Daniel Abugattás dijo:
Señor presidente [al presidente de la Comisión de Fiscalización], ya me está cansando este payaso. Si lo puede poner en orden, por favor. ¿Usted pone en orden a este animal?[1]
Cuando acabó el período congresal del 2011-2016, ya nos quejábamos acerca de la paupérrima calidad de nuestros congresistas y sus leyes. Tuvimos un Congreso dedicado a las leyes declarativas; esas que empiezan con una frase como “Declárese de interés público e interés nacional [inserte el tema de su preferencia aquí]” y que, básicamente, son un saludo a la bandera pagado con nuestros impuestos. Como diría Daniel Abugattás: ¡Qué payasos! Ese Congreso estuvo además plagado de escándalos, congresistas desaforados, frases desatinadas, entre otros.
Después de la primera vuelta del 2016, sabíamos que no venía un Congreso mejor (y vaya que no nos equivocamos). El partido de Keiko Fujimori obtuvo 73 congresistas con tan solo 36.3% de los votos (maldita cifra repartidora). En cualquier lado, los partidos de derecha se hubiesen aliado en pro de objetivos comunes. A fin de cuentas, los planes de gobierno de Keiko y PPK eran muy similares. Deberían haber trabajado juntos, ¿no? Pero… ¡no! El fujimorismo no es cualquier partido de derecha: Keiko Fujimori ardía de rabia, pues pensaba que le habían robado la elección.
Allí empezó la hecatombe y una lista interminable de barbaridades: la censura del ministro de educación, Jaime Saavedra (quien hoy dirige la educación del Planeta desde el Banco Mundial), la forzada renuncia del ministro de economía Alfredo Thorne, la censura del gabinete Fernando Zavala, las leyes declaradas inconstitucionales (Ley Mordaza o ley “Mulder” y Ley Antitránsfugas), los avengers, los “Mamani Videos”, la acusación de tocamientos indebidos contra el mismo Mamani (¡hecho flagrante y no lo desaforaron!), los dos intentos de vacancia a PPK y la “cereza del keke”: cerrarle las puertas del pleno (literalmente) al primer ministro Salvador del Solar, la fallida vacancia contra Martín Vizcarra y, finalmente, el posterior nombramiento de Mercedes Araóz como “Presidenta de la República” (por dos minutos), mientras el guardia de seguridad apagaba la luz del congreso (pues ya había sido disuelto). ¡Y todo esto en menos de 24 horas! ¡Un récord en la historia de las barbaridades congresales!
Entonces, ¿qué ocurrió después? Como tenía que hacer por mandato constitucional, el presidente Vizcarra convocó a elecciones congresales. Algunos (ingenuos) pensamos que sin el efecto “arrastre” de un candidato presidencial (algo inédito en nuestra historia), podríamos tener un mejor Congreso. Esto obviamente no ocurrió y parece que nos esforzamos en elegir uno peor. ¿En serio puede haber un parlamento peor que uno donde estuvieron Becerril y Mulder? ¡La respuesta es sí! Las elecciones fueron efectuadas el 26 de enero de este año (nos salvamos con las justas de la amenaza del coronavirus). Los congresistas juraron el primer día del Estado de Emergencia y cuarentena a nacional. Inmediatamente (pues son más vivos que las moscas), se dieron cuenta que sin sesiones presenciales estaban perdidos. Nadie les hacía caso, todo el mundo estaba viendo cómo lidiar con la cuarentena y ellos simplemente pasaban desapercibidos.
Así comenzó el desfile de normas inconstitucionales (eliminación de peajes), antieconómicas (control de precios, sanción del delito de especulación y acaparamiento, condonación de deudas bancarias, etc.), xenófobas (expulsión de venezolanos del Perú: realmente Hitler estaría orgulloso), en fin… ya para qué seguir. Estas leyes vinieron de todos los partidos (incluso de Acción Popular que había brillado en las municipales con Jorge Muñoz como candidato).
Realmente, pareciera que nos esforzamos por elegir cada vez peor. Este Congreso, es tan malo, que nos está haciendo pasar una vergüenza internacional (algo que ni Karina Beteta pudo lograr): la semana pasada los embajadores de Australia, Canadá, Colombia y Francia, enviaron una carta el presidente del Congreso, donde manifestaban que se estaba poniendo en entredicho la estabilidad jurídica peruana y ahuyentando la inversión extranjera que será tan necesaria para la recuperación del país. Ante esto, el primer vicepresidente del Congreso, Luis Valdez, respondió: “Somos respetuosos de los contratos que suscribe el Estado y los convenios internacionales”[2]. ¿¡Qué!? Suponemos, entonces, que el vicepresidente del Congreso piensa que las carreteras se construyen gratis y sin contratos con el concesionario.
Todo esto nos debe llevar a una reflexión final: Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, decía que la ley es “una prescripción de la razón, en vista del bien común y promulgada por el que tiene al cuidado la comunidad”[3]. ¿Son estas leyes razonables? ¿Buscan realmente el bien común? La respuesta es obviamente no. Pareciera que estamos en un eterno déjà vu, donde solo vemos leyes populistas y con “nombre propio”.
Editado por: Isabela García Salazar
[1] https://elcomercio.pe/politica/congreso/daniel-abugattas-llama-payaso-animal-mauricio-mulder-215037-noticia/
[2] https://gestion.pe/peru/politica/ley-de-peajes-luis-valdez-sobre-carta-de-4-embajadores-no-pueden-inmiscuirse-en-asuntos-internos-del-estado-noticia/
[3] Suma Teológica. Tratado de la Ley. Cuestión 90.