Hoy me fui de paseo al LUM y encontré…
13721 DESAPARECIDOS.
A pesar de que la señal diga lo contrario, los desaparecidos estuvieron ahí. Están sus historias, las cifras; se pueden sentir en el ambiente. Están ellos y sus familias, sus amigos, todos puestos bajo un nombre, una fecha. “Chuschi, 1980”, “Ataccara, 1983”, “Villa El Salvador, 1992”.
13721 DESAPARECIDOS Y CASI LA MISMA CANTIDAD DE ANALFABETOS.
Me sorprendió (y me entristeció sobretodo) ver el uso de las escuelas y universidades como medios de reclutamiento. Ya lo sabía, pero ahora, como estudiante universitaria, me ponía en los zapatos de los estudiantes y profesores. Simpaticé con lo difícil que debe haber sido ir a clases dentro de tantas revueltas, seguir estudiando cuando sospechaban de ti, tener que acomodarte en las casas de los maestros por no perder clases, o bueno, perderlas.
Sigo viendo en mi cabeza la imagen de un salón universitario lleno de insignas terroristas en la pared; sigo viendo la foto de unos colegiales velando a su compañero, tendido en una mesa.
Me hizo preguntarme también qué tanto creemos que “El Perú progresa” (not really), cuando tenemos niños que no van al colegio hace un mes, que estarán recuperando clases sábados Y domingos por lo que parece ser el resto de la vida. ¿Qué tan preparados están estos niños, estudiantes universitarios y sus profesores para conocer la verdad, para no repetirla, para diferenciar a una agrupación política que busca el cambio de un grupo terrorista cuando se les presente?
13721 DESAPARECIDOS, CASI LA MISMA CANTIDAD DE ANALFABETOS Y LAS PERENNES TENSIONES SOCIALES.
Estábamos igual. Matando a miles de personas, pero como no era en Lima, no era en Miraflores, no pasaba nada.
Quiero creer que eso ha cambiado aunque sea un poco, pero de nuevo, el que no vive en Lima no se le escucha, no recibe los beneficios, no siempre es tomado en cuenta, como si valiera menos. Me gustó que lo dijeran así entonces; que dijeran que los miles de asesinados fueron tomados de una población minoritaria, porque creo que es hora de que empecemos a discriminarlos; a tratarlos como grupos desfavorecidos para darles lo que siempre han necesitado. A involucrar al resto del Perú y no dejar el LUM en Miraflores, en Lima; llevarlo a las provincias más afectadas, para que se sepa que estamos pensando en ellos, que lo que les hicieron a miles de familias no ha pasado desapercibido.
13721 DESAPARECIDOS, CASI LA MISMA CANTIDAD DE ANALFABETOS, LAS PERENNES TENSIONES SOCIALES Y MUCHA ESPERANZA.
Me encontré con post-its alentadores y gente entristecida. Señoras que comentaban cómo algo tan horrible podía haber pasado. Encontré un ambiente de respeto que me dio esperanzas de que algo se está haciendo bien.
Se está diciendo la verdad, y la verdad siempre duele. Siempre hiere sensibilidades, siempre es polémica. Porque no son hechos objetivos los que se cuentan; son historias de gente inocente y gente que actuó mal. Acá hay culpables -SL, MRTA y fuerzas del ejército- y víctimas, y no puede no debe ser tomado como algo imparcial.
Porque un país que olvida su historia, está condenado a repetirla.