Certificación de no spóilers
Frédéric Chopin (1810-1849), famoso pianista y compositor polaco, era un artista que nutría su fuerte sentimiento nacionalista una vez que era enviado al campo durante la época de invierno debido a su frágil salud. Allí escuchaba con frecuencia las melodías que bailaban los pueblos eslavos de la Polonia rusa de la época de quienes tomó un elemento que fue transversal a toda su obra: el tempo rubato. A pesar del paso del tiempo, esta herramienta sigue siendo vigente. De hecho, este recurso ha sido utilizado dentro de una de las películas más populares de lo que va del año: Soul.
El tempo rubato –en español tiempo robado– es una herramienta musical que permite a los músicos interpretar con total libertad las notas de una melodía haciendo uso de la aceleración y retraso del tiempo de una canción. Esta herramienta fue el vehículo de expresión de Frédéric para una de las emociones que más lo invadió: la nostalgia.
Aquí podemos escuchar a Arthur Rubinstein –uno de los intérpretes más notables del afamado polaco– interpretando un vals en el que podemos distinguir que los tiempos 1, 2 y 3 no son como los de un metrónomo, todos iguales. Este cambio de tempo nos brinda la sensación de que la pieza se mueve, se frena, acelera, respira; es decir, de que está viva al igual que el sentimiento que nos trae.
El tempo rubato ha viajado a través del tiempo y se ha encarnado en distintos géneros y corrientes musicales –desde el romanticismo, pasando por el jazz y el rock hasta el día de hoy– y llega a hacerse presente en la nueva película animada de Disney Pixar: Soul.
Llegó a Soul a través del Soul
Tal como lo lees, querido, querida lector(a): el tempo rubato llegó a Soul a través del Soul. Este es un género musical nacido en Estados Unidos hacia fines de los años 40 e inicios de los 50 desde la música religiosa afroamericana: el gospel. Del Soul derivaron el Disco, el R&B y el Rock n’ Roll. Este género musical nos dejó a tantos famosos creadores musicales como Ray Charles o Little Richard. El rubato fue usado por ellos como una herramienta que les permitió como instrumentistas y creadores (el profe Joe Gardner en la película) dejar la mano suelta y elaborar melodías complejas que evocan esa misma emoción que tuvo Frédéric en el siglo XIX al verse separado de su familia por la invasión rusa: la nostalgia.
La banda sonora de la película Soul ha sido creada por el notable conjunto de compositores Jon Batiste, Trent Reznor y Atticus Ross. Donde más tenemos presente el tempo rubato es en las creaciones del primero de ellos. Aquí les dejo una muestra de la soltura y libertad que dejan al intérprete para tocar las notas expresadas en las partituras.
Al igual que hacía Frédéric Chopin, Jon Batiste, deja un tempo continuo, no como su predecesor en su mano izquierda, sino que los encarga en la instrumentación complementaria de los instrumentos de viento (metales) y la batería, mientras la melodía se mueve en el piano. Sin embargo, Trent Reznor y Atticus Ross, toman el rubato y lo aplican en Epiphany (Epifanía en español), una canción que llega en uno de los momentos claves del filme, y que nos transporta a un nuevo espacio.
Aquí, esta expresión rítmica se deja notar con la soltura en la mano derecha del pianista de manera notable al inicio y al final de la canción. Sin duda una composición cargada de emotividad y de una carga espacio-temporal muy diferente al de la canción previamente señalada. Aquí el rubato ha abandonado el soul, el jazz y el rock y llega a la música instrumental alternativa.
La utilidad expresiva que tiene el rubato brinda como recurso a través de diversas obras musicales del presente es incontable y en muchos casos se ha mimetizado con la música que escuchamos. Incluso, en múltiples ocasiones pasa desapercibido en los solos de guitarra eléctrica o piano de acompañamiento. La enseñanza de esta herramienta –a veces compleja para los estudiantes de música– representa un desafío para los docentes.
Frédéric Chopin, como docente, dejó esta enseñanza en sus “Estudios” (que a la larga se convirtieron en obras de arte en sí mismas). Tal vez suene una locura decir que tan bellas piezas musicales padecieron el dolor de vivir que el maestro tenía… Tan es así que llegó a pedir que las quemen todas como una de sus peticiones antes de morir a los 39 años por tuberculosis. Para finalizar, dejo aquí uno de sus “Estudios” para piano. Espero que lo disfruten tanto como yo.
Edición: Kelly Pérez.