No es sorpresa que el papa Francisco tiende a simpatizar con múltiples líderes socialistas, sobre todo para quienes vivimos en Latinoamérica y sabemos de sus amistades con los grupos bolivarianos. En esta ocasión, existe un nuevo aliado que puede conseguir la Santa Sede, y se trata de la economía más grande del mundo.
Antes de empezar, es necesario un poco de historia. Cuando Mao Zedong tomó el poder en China, había un estimado de 12 millones de católicos esparcidos por todo el territorio. Obviamente, la Iglesia Católica no iba a apoyar un movimiento que llama a la religión el opio del pueblo. Hay que considerar también que el régimen chino estaba en un período en el que estaba eliminando múltiples grupos opositores. Pero en este caso los católicos no iban a causar problemas si sus líderes no los ponían en contra del gobierno chino, por lo cual era posible otra salida. Y, como la población china ya se estaba reduciendo bastante entre las ejecuciones y la hambruna, se optó por la solución de crear la Asociación Patriótica Católica China. Se mantuvo la mayoría de sacerdotes y obispos, con excepción de los más anticomunistas, pero ahora la ordenación de obispos no iba a venir del Vaticano, sino que sería supervisada por el Partido Comunista. Hasta la fecha, la Iglesia Católica no reconoce a la APCC como legítima y China es uno de los cuatro países en los que esta no opera de modo público, aunque sí mantiene iglesias clandestinas cuyos practicantes se exponen al encarcelamiento.
En medio de esto, uno puede preguntarse si es viable una cooperación entre el Vaticano y China. Sin embargo, si hay un Pontífice que puede mostrarse favorable a los gobiernos socialistas, es Panchito. Y claro, cuando The Economist te compara a Lenin, ¿qué más te queda? Ya la gira anterior que había tenido por América nos había dejado ver sus amistades con los Castro y Evo Morales, así que tampoco debería sorprender tanto si este intenta entablar relaciones con unos camaradas comunistas. Incluso, en una entrevista con El País, tuvo comentarios respecto de la libertad de religión en China que podrían ser cuestionados con más de un dato, pues declaró: “En China las iglesias están llenas. Se puede practicar la religión en China.”
¿Y cómo es que esto se ha traducido en la realidad? Ha habido múltiples acercamientos entre la Iglesia y China, en realidad. Ya en septiembre del 2015 hablaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas. El presidente de esa sesión, Mogens Lykketof, comentó que los discursos de Xi Jinping y el papa Francisco mantenían similitudes y ambos compartían la misma visión al respecto de la pobreza y el medio ambiente. En la entrevista anteriormente mostrada, el Papa también mencionó que planeaba visitar China en cuanto fuera invitado. Sin embargo, el asunto más polémico acá fue una conferencia en febrero de este año. Se trata de la Cumbre de la Pontificia Academia de las Ciencias sobre Tráfico de Órganos y Turismo de Trasplante. En esta conferencia se invitó al Presidente del Comité Nacional de Donación y Trasplante de Órganos de China, Huang Jiefu. La controversia al respecto fue tal que el Papa, quien estaba programado para dar un discurso, no pudo aparecer en respuesta a la presión.
Para entender el porqué de la situación, hay que saber cómo funcionan las “donaciones” de órganos en China. Es común que China remueva algunos órganos de presos condenados a pena de muerte antes de su ejecución (o a veces la operación es la ejecución misma, si se trata de órganos como el pulmón (!)) Esta práctica ya lleva 30 años siendo condenada por la Organización Mundial Médica, que acusa al gobierno chino de perpetrarla sistemáticamente. Cabe destacar que los “donantes” incluyen múltiples opositores a las políticas del gobierno, en particular del grupo religioso conocido como Falun Gong. De este modo, los tiempos de espera para los trasplantes de órganos en China están entre los más cortos del mundo. La consecuencia es que China tiene que asumir una acusación más en su contra. Huang Jiefu, en su período como Viceministro de Sanidad en China, inició una campaña para limpiar la imagen del sistema de salud chino y aparentemente eliminar lo que se conoce como cosecha de órganos. No obstante, expertos como Nicholas Bequelin, Director Regional de Amnistía Internacional en Asia Oriental, aún mantienen reservas sobre la veracidad de esta posición.
Todavía no se sabe con claridad el motivo detrás de este cambio de políticas en la Santa Sede, pero hay quienes creen que ello se debe a que hacer lo ningún Papa había hecho (poner pie en China) le puede dar apoyo a Bergoglio frente a los sectores opuestos a él en disputas que han empezado a salir a la luz recientemente. Una teoría más viable es que China siempre es un muy buen aliado para tener, con toda la inversión que está realizando en estos momentos. También es factible que, con las recientes críticas de Francisco hacia Donald Trump, unirse con el país que solo es superado por México en su lista de enemigos no es mala idea. Lo que sí se sabe es que ya se pueden ver los resultados: el Partido Comunista chino ya ha ordenado a dos obispos que resultan ser aprobados por el Vaticano. Otra gran noticia: según un acuerdo del mismo mes que la cumbre sobre el tráfico de órganos, los obispos que ordene la APCC tendrán que estar en una lista aprobada por el Vaticano. Esto solamente indica que la Iglesia está cerca a tener la capacidad de ordenar directamente a los obispos, si bien la libertad completa está lejos de ser lograda, como sucede con cualquier organización que busca operar en China.
Así es como están en este momento las relaciones entre la Iglesia y China: por más que no haya ninguna relación diplomática formal, ya se nota que existe el camino para una cooperación más estrecha. Los beneficios para la Iglesia ya han sido explicados, pero también hay que considerar lo que puede ganar China. Una ventaja es que el gobierno chino tendría un gran aliado para mostrar su “respeto” a la libertad religiosa. También sabemos que, en estos momentos, con la posibilidad de hacer el TPP con China, su política exterior parece interesada en mirar hacia Latinoamérica. Y, en una sociedad tan religiosa, estar en buenos términos con la Iglesia es una gran ayuda. Podemos decir que la Constitución indica que hay un Estado secular, pero si el presupuesto público incluye el presupuesto de Cipriani, el chiste se cuenta solo. No solo eso, sino que vamos a recibir a Bergoglio por más que esté asilando a Figari, quien tiene un proceso legal abierto. Con esto, solo basta con imaginar lo que China puede hacer con el respaldo de la Iglesia. Parece una alianza sin pierde para ningún lado.