Judíos, budistas, hinduistas, maradonistas y demás que viven en el Perú están igual de agradecidos con la Iglesia Católica. ¿Por qué? Seis de los nueve feriados decretados por el Ministerio de Trabajo y Promoción de Empleo (MTPE) para trabajadores públicos y privados son religiosos. La felicidad crece exponencialmente al saber que tres de esos siete son fines de semana largos y estamos tan cerca de uno de ellos (Semana Santa).
¿A quién no le gustan los feriados? La gran mayoría los celebra porque les permite descansar y salirse de la rutina diaria. Disfrutamos mucho de nuestro ocio, pero ¿la economía del país se beneficia de nuestros días libres?
Los defensores de los feriados argumentan que el descanso permite que seamos más productivos. Además, el tiempo libre da espacio a la innovación y construcción creativa: nos liberamos para poder pensar en otro tipo de ideas y proyectos. Argumento válido, pero tiempo libre también se tiene durante los fines de semana. ¿El descanso durante los feriados es más valioso?
De no convencer este argumento, siempre se pueden mencionar las ganancias del turismo y ramas comerciales durante estas fechas especiales. Por ejemplo, durante la Semana Santa del 2016 la Cámara Nacional de Turismo del Perú (Canatur) estimó que 1.8 millones de personas realizaron turismo interno, lo que generó S/ 540 millones en movimiento comercial. Pero, ¿realmente son grandes los beneficios o intentan vendernos humo?
El turismo no es un vehículo reactivador ni dinamizador de la economía. Primero, las personas solo aprovechan para realizar turismo si es que son fines de semana largos. ¿A alguien se le ocurriría viajar si el feriado cae miércoles? Probablemente aprovecharán para dormir hasta el mediodía, tomarse unas chelitas, o realizar algunos pendientes antes que ir a ver las Líneas de Nazca.
Segundo, no hay forma que un sector que solo pesa 2.8% del PBI – incluyendo la actividad hotelera – compense por sí solo la suspensión casi general de todas las demás actividades económicas. Solo entre construcción, manufactura y comercio está el 32% del PBI. Un día de menor actividad de tales sectores sí genera un efecto significativo.
De acuerdo a nuestros topos en el MEF, un feriado – así sea religioso o no – resta entre 0.3 y 0.5 puntos porcentuales al crecimiento del PBI en el mes. La Cámara de Comercio de Lima lo pone en otra perspectiva: cada feriado genera pérdidas de US$400 millones en la producción nacional. ¿Cómo dejan al turismo estas cifras? Tan solo como un colchón de protección antes las pérdidas. En la situación actual de emergencia, este colchón es mucho más débil. Viajes postergados y/o cancelados por desconfianza; menores opciones de acceso debido a vías terrestres inhabilitadas; y demás situaciones que desalientan los viajes.
Ante las cifras claras de pérdidas, ¿cómo hacer para mitigarlas? Si quitamos los seis feriados religiosos, nos ahorraríamos el 66% de las pérdidas. Perdón a San Pedrito y San Pablo, pero se debe considerar que el Perú es un estado laico, ¿no sería lo más justo reducir este tipo de feriados?
Otra opción es que todos los feriados se decreten de tal manera que se formen puentes. Así se generaría la mayor cantidad de turismo posible y el colchón se inflaría. Pero moviendo las fechas para que calcen, se pierde la naturaleza de los feriados religiosos. ¿Los fieles de Santa Rosita estarían de acuerdo?
Es irónico que en un país laico los feriados por la tradición católica sean tan importantes. Con ese contexto es difícil encontrar el balance entre el disfrute del ocio y la minimización de las pérdidas económicas. Mientras se mantenga la situación, solo nos queda disfrutar de nuestras horas extras de descanso y pensar cómo contribuir al país con nuestro ocio.