Todas las organizaciones operan en lo que se conoce como el borde del caos. Se trata de un espacio de transición entre el orden y el desorden, una región de inestabilidad limitada, donde fuerzas progresivas y conservadoras luchan por el control.
En un sistema no determinista, pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes. Una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a mediano y corto plazo. El movimiento desordenado de los astros, el desplazamiento del plancton en los mares, el retraso de los aviones, la sincronización de las neuronas; todos son sistemas caóticos o como los llama tu profe de econometría: “sistemas dinámicos no lineales”.
Para ello convoco a Edward Lorenz, el matemático y meteorólogo, quien se dio cuenta que cambiando las condiciones iniciales de un sistema de ecuación se obtenían resultados diferentes. Es ahí donde nace la teoría del caos. ¿Pero qué tan problemático puede resultar este caos?
El término en sí sugiere que algo salió mal, pero operar al borde del caos es realmente saludable. Los científicos han demostrado que todos los sistemas grandes y complejos tienden a adaptarse de esta manera. Ya sea en la naturaleza, la sociedad o la economía, los sistemas deben encontrar el equilibrio adecuado entre el orden y el desorden.
En el mundo de los negocios, operar al borde del caos abre caminos para la innovación disruptiva, la revisión cultural y la evolución de los procesos, lo cual ayuda a las organizaciones a adaptarse a los entornos cambiantes del mercado.
Lo interesante de la teoría del caos son sus aplicaciones que nos permiten modelar muchas cosas, ya que se asemeja a un comportamiento aleatorio cuasihumano. Digo esto, ya que a largo plazo este comportamiento tiende a un orden. Lorenz describe esto como un modelo no lineal.
Para los hombres y mujeres de poca fe, Para entender cómo funciona un modelo no lineal en la mente de Lorenz, se puede estimar el crecimiento de una población “X” utilizando el método de dinámica de poblaciones.
Cambiando las condiciones iniciales podemos observar si la población cualquiera tiene tendencia estable o caótica.
RESULTADOS
Para cualquier observador, la situación parecerá aleatoria, pero si te fijas un poco más puedes darte cuenta de que:
- Si c es pequeño, 0 < c < 1, se alcanza pronto la extinción.
- Para valores de c tales que 1 < c < 3.5, la población tiende a estabilizarse en un valor fijo.
- Para valores de c por encima de 3.50 la situación se dispara y aparecen fluctuaciones irregulares. Se habrá conseguido el caos.
El ser humano es caótico, flexible e impredecible. La medicina no puede predecir la evolución del cuerpo de determinado individuo y, en particular, el cuerpo humano es resistente a los cambios; pues mantiene una forma más o menos parecida durante más de 70 años, a pesar de que ningún átomo de los que hoy forman nuestro cuerpo era el mismo hace 7 años.
La explicación de que un sistema tan impredecible como el cuerpo humano sea tan estable es que el sistema siempre es atraído hacia un determinado modelo de conducta; si cambiamos algo en el sistema este vuelve cuanto antes hacia el atractor extraño. La conducta es impredecible, pero sabemos hacia dónde va a tender. El caos permite al corazón un abanico de comportamientos que le permiten volver a su ritmo normal después de un cambio.
Como se puede ver, son varios los ejemplos universales que se han tomado para explicar la Teoría del Caos: El batir de las alas de una mariposa, el experimento del doble péndulo o una pelota botando en el quicio de un tejado que repetirá patrones diferentes. Igualmente, la gran pregunta sigue vigente: ¿podría en un sistema caótico e impredecible el aleteo de una mariposa causar un huracán? Quien sabe. Yo creo que el caos podría ser la respuesta a la complejidad del mundo y del ser humano.