Cada 5 años, nuestro Banco Central de Reserva del Perú es protagonista de los debates políticos debido al comienzo del nuevo gobierno y de situaciones cambiantes alrededor del mundo. Recientemente, mucho se ha hablado del papel de esta institución y sobre su independencia y la permanencia de sus autoridades. Desde la permanencia de Julio Velarde como presidente de la institución, hasta incriminar al BCR de la aparente subida de precios, muchas opiniones desconocen la verdadera misión de la institución: preservar la estabilidad monetaria.
En el Perú, aunque no muchas personas se den cuenta, la estabilidad macroeconómica que gozamos es fruto, en gran parte, del desenvolvimiento del BCRP a lo largo de los últimos 30 años. A raíz de esta afirmación, es válido preguntarse: ¿en qué medida la credibilidad es un factor crucial en la interacción BCR-sociedad?
De la misma manera en que uno cree mucho más en una persona que inspira confianza, los agentes económicos tienden a confiar en un Banco Central plenamente autónomo y consciente de sus labores. Además, los agentes económicos confiarán en un BCR que ejecute y cumpla con su la tarea de estabilizar precios; es decir, que efectúe en el futuro, lo que previamente ha anunciado en el pasado. El economista macroeconómico, Michael Woodford, señala que un BCR que tiene como misión maximizar el bienestar de la sociedad en su conjunto, buscará minimizar la diferencia entre la inflación y la disparidad entre el PBI de un país respecto al PBI generado sin desequilibrios, o lo que se conoce como brecha producto. Con este fin, presenta el modelo del bienestar de un Banco Central, el cual se muestra debajo:
La primera expresión representa la función de bienestar de un Banco Central, la cual debe minimizar.
¿Por qué minimizar y no maximizar su bienestar? Esto se debe a que la función depende negativamente de la inflación y de la brecha producto; por lo tanto, la institución será menos feliz ante una mayor inflación y brecha producto. Asimismo, el segundo conjunto de términos refleja la restricción a la que está atado el bienestar y que dependerá del nivel de inflación reflejado en la sociedad.
En este momento, usted lector, se podría preguntar, qué es lo que verdaderamente se deduce del modelo presentado. De hecho, los resultados de este, dependen del proceder de los Bancos Centrales y su rol dentro de la teoría económica como oferta de dinero. Sin embargo, también pueden ocurrir ciertos hechos externos al funcionamiento de un Banco Central, que llegan a impactar en los agentes económicos de una sociedad como shocks y situaciones coyunturales que involucran, también, a la política fiscal. Siguiendo esa línea, el BCR puede optar por dos modalidades: operar bajo discreción o bajo compromiso.
En primer lugar, bajo el esquema de discreción, el BCR no se compromete a ningún comportamiento futuro (predicciones, metas de inflación, políticas a tomar) y la sociedad está consciente de eso. Además, este escoge una secuencia de tasas de interés consistente con el nivel de inflación y brecha producto que minimiza su pérdida, sin considerar el impacto de sus decisiones sobre las acciones de los agentes. Hay que tener en cuenta que, si los agentes interactúan en un ambiente de información imperfecta sobre el estado de la economía, la misión de un BCR hábil e independiente no se cumplirá y se interactúa en un ambiente de incertidumbre. De esta manera, los efectos de la política monetaria podrían ser desestabilizadores; más aún si los mercados consideran que las tendencias políticas no están alineadas con las características de la teoría económica, como en el contexto electoral de incertidumbre que estamos viviendo.
Por otro lado, si el BCR actúa bajo compromiso, tomará en cuenta el efecto de sus acciones en las expectativas de los agentes. Por ello, incluye a la inflación y la brecha del PBI futuras para minimizar su pérdida de bienestar. En este sentido, las acciones de un Banco Central en el periodo actual permiten influenciar las expectativas futuras de la inflación. Esto resulta en una compensación entre las dos variables anteriormente mencionadas. Por ello, es fundamental que se tenga un manejo eficiente de la política monetaria: las decisiones de los banqueros centrales impactarán en las decisiones de los agentes.
A partir de la afirmación anterior, uno se podría preguntar: ¿el desenvolvimiento de un Banco Central recae plenamente en su credibilidad? Si bien es un factor fundamental para políticas eficaces, es también su independencia, un principio que los gobiernos deben respetar. Como la historia nos ha demostrado, la emisión monetaria a cargo de los Bancos Centrales ha sido una herramienta utilizada por ciertos gobiernos para financiar sus déficits fiscales. No obstante, el financiar continuamente al tesoro público con una mayor oferta monetaria de moneda nacional trae consigo, una presión al alza del tipo de cambio: una devaluación de la moneda generada por una mayor oferta monetaria. Esto a su vez, puede generar presiones de subida de precios, ya que una devaluación encarece los precios de los importadores.
Definitivamente, un Banco Central tiene una gran influencia en la toma de decisiones de los agentes económicos; sin embargo, la relación entre ambos debe basarse sobre la credibilidad de esta importante institución, la cual es un factor crucial en la interacción BCR-sociedad. La comunicación y confianza conllevan a una interacción más fácil de llevar entre ambas partes y es en ese nexo donde los actores políticos deben respetar la autonomía de la institución bancaria para que esta finalmente, pueda cumplir con su misión de estabilidad macroeconómica y bienestar en escenarios de incertidumbre.
Edición: ASOL