El ser humano es un animal de costumbres, es decir, que se acostumbra a situaciones, a gustos, a experiencias, a sensaciones, a maneras de actuar y, a veces, esto es un factor limitante. Esto quiere decir que se habitúa a la rutina, se conforma y no va más allá, se queda anclado en su zona de confort y deja de probar o buscar nuevas experiencias. Sin embargo, en muchas ocasiones, la costumbre también es positiva, pues ayuda a moldearte en una situación que tal vez al inicio te causaba cansancio o sufrimiento.
A continuación se contarán situaciones comunes donde la costumbre predomina y afecta de manera positiva o de manera negativa.
El primer ejemplo es muy típico. Se trata de una pareja de enamorados que se encuentra en una relación larga. Al comienzo todo marcha bien, sin embargo, después, se va deteriorando, pasan años y no terminan su relación a pesar del daño que se están causando porque están acostumbrados a la compañía que poseen. No se atreven a pasar la página, a tener un nuevo comienzo, tienen miedo de no encontrar a nadie más y quedarse solos.
Sin embargo, ¿qué pasaría si tomaran otra decisión? ¿Encontrarían a alguien mejor? ¿ Se darían cuenta que valió la pena? En verdad, nunca se sabe, pero definitivamente, como dice el lema, “el que no arriesga no gana”.
Otro ejemplo es la distancia que hay entre la casa y el trabajo. Muchos universitarios que se encuentran buscando prácticas pre – profesionales no postulan a empresas que se encuentran un poco lejos de casa. Con un poco me refiero a cuarenta o cuarenta y cinco minutos. Esto se ve justificado con que hay otras empresas que quedan más cerca, lo que les permite estudiar más, salir más tarde del trabajo para llegar a la hora de sus clases. Pero… a pesar que al comienzo cansa tener trayectos de más de 30 minutos en combi, en taxi o en carro, uno se va acostumbrando y se va organizando de una manera distinta hasta llegar a adaptarse. Al comienzo sientes que te quedas dormido en todas las clases (sobretodo en las de la noche) y, cada vez que van pasando más días, semanas, meses, te vas dando cuenta que el cansancio va disminuyendo y que, poco a poco, te vas adaptando con más facilidad.
Otro caso es el del fallecimiento de un ser querido. La mayoría de seres humanos ha perdido a uno cercano. No es nada fácil, sientes que es inevitable sentirte mal todos los días, sientes que es complicado despejar tu mente, pero sabes que es necesario mantenerte ocupado para no abrumarte, es decir, no debes dejar de ir a estudiar, trabajar o hacer deporte para mantener un balance. Lo cierto es que uno nunca olvida la presencia de esa persona, mas sí se llega a habituar, a lo largo de los años, a que ya no está con nosotros. Lo recuerdas, lo extrañas, sin embargo, aprendes a convivir de esta nueva manera.
Lo cierto es que hay que saber cuándo acostumbrarse y cuándo dejar la costumbre de lado para nuestro bien. Y sí, es muy fácil decirlo y, a veces, muy complicado tomar las decisiones oportunas y esforzarse para conseguir lo propuesto. No obstante, si logras encaminar tu modo de vida en este aspecto y sabes cómo gestionarlo, podrás sentir que valió la pena.
muy buen artículo, recomendable