Casi todos nosotros, adolescentes y adultos jóvenes, participamos activamente de las redes sociales y seguimos al menos a una influencer: esas personitas de Internet con miles de seguidores que nos cuentan sobre su vida y los productos que consumen y se muestran como usuarios ejemplares de estos productos, sean alimentos, ropa, espacios para hacer ejercicio, entre otros.

Muchos de nosotros también, nos ponemos a pensar en lo que debe ser vivir como una de estas. Incluso, llegamos a cuestionar nuestras ideas: las criticamos y criticamos lo que promueven, pero no dejamos de seguirlas. Llegamos a rechazar el estilo de vida que “nos imponen”, pero no nos detenemos a pensar en si es verdaderamente así. ¿Son ellas las que nos imponen un estilo de vida determinado, o es la manera en que está conformada la sociedad lo que las lleva a ser tan exitosas?

En mi opinión, es un conjunto de características de la sociedad que llevan a que aparezcan y se mantengan como exitosas dentro de las redes sociales. Estas características no son necesariamente buenas o malas, pero es importante revisarlas y cuestionarlas, de manera que podamos entendernos mejor.

En primer lugar, en la actualidad vivimos pensando casi obsesivamente en el presente, lo que nos lleva a querer grabarlo todo, vivir y recordarlo todo de la manera más intacta y fiel a la realidad posible. Por eso, aparecen las plataformas virtuales como  una estrategia para almacenarlo todo, de manera fragmentada pero intacta, sin la posibilidad de ser editada en la memoria u olvidada sin querer. Así, es que se permite que aparezcan las influencers como un modelo de consumidor que es aprovechado como estrategia de publicidad.

Por otro lado, vivimos en una sociedad un poco paradójica, ya que valora mucho la originalidad de las personas, mientras esta no rompa con las normas y expectativas sociales. Esto es bastante observado en el fenómeno de las influencers, donde se promueve aceptar nuestras diferencias en el cuerpo, pero a través de promover imágenes muy similares al ideal de cuerpo femenino; se promueve el aceptar las imperfecciones, sin mostrar realmente ninguna.

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Dentro del mensaje, está bien ser distinta, mientras una sea delgada, con cintura pequeña, sin vellos, sin celulitis, se encuentre en una playa hermosa y con un bikini de la última marca, promocionada en los comentarios de la publicación. Entonces, al final, nos encontramos dentro de una norma que busca regular nuestro tamaño, cantidad y presentación, pero a través de un mensaje de amor propio y aceptación, de manera que pasa inadvertido.

En tercer lugar, nos encontramos dentro de una sociedad que busca controlar y perfeccionar todo: controlamos nuestros tiempos, el funcionamiento a la perfección de nuestros aparatos tecnológicos, nuestras emociones, todo. Esto también se ve en las redes sociales, donde planeamos y perfeccionamos nuestra “realidad”. Retratamos un paisaje/escena perfecto, sin la presencia de nadie más, sin importar el tiempo que tome o a la hora que tenga que ser realizada la fotografía:

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Por último, se puede pensar en una característica de la sociedad que se desprende de esta anterior: la eterna fantasía y confusión de esta con la realidad. A través de la publicidad permanente que demandan las marcas auspiciadoras a las influencers, se pierde el límite entre la persona y el sponsor. Llega un momento, en el que ya no sabemos si las seguimos por el estilo de vida que proponen, o por la propia vida de estas, que ha pasado a convertirse en un personaje. Pasamos a estar presentes en sus momentos más íntimos, como en sus matrimonios a través de transmisiones en vivo, o en sus relaciones de pareja y amistad, observando cada una de las cosas que realizan. En un intento por crear una imagen de consumidor ideal de determinados productos, se termina creando una imagen de persona ideal que debe ser retratada todo el tiempo de manera perfecta, para ser consumida por sus seguidores. Quien empezó como un sujeto que daba consejos sobre qué y cómo consumir, termina siendo un objeto cuya vida cotidiana es consumida por millones de espectadores.

Si bien la figura de las influencers puede ser bastante criticada como superficial, no debe olvidarse la fuerza de estas figuras como un aporte significativo al cambio. Muchas de estas utilizan su capacidad de movilizar a un público como herramienta para impulsar causas benéficas o proyectos. Por ejemplo, pueden impulsar campañas de donaciones o incluso charlas que promuevan la autoestima y rechacen el bullying en instituciones escolares. En este sentido, es importante pensar en la influencia de estos personajes en nuestras vidas y si es que las estamos viendo como referentes de estilos de vida y una conducta prosocial, o como imágenes a las que aspiramos ser y no nos permiten aceptarnos a nosotros mismos.

Textos consultados:

 

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