Luego de haber digerido el resultado de las elecciones presidenciales, sentamos cabeza para maldecir considerar las dos opciones que generan harta desconfianza en la población. Ahora trataré un tema harto fundamental, ¿es posible establecer una Asamblea Constituyente como lo planea hacer de ganar -Dios nos ampare- el profe Castillo dizque por su propia voluntad y poder?
En corto, pa’ hacerlo fácil para todos, NO. No es posible. En los párrafos que vienen explicaré concretamente la razón.
Nuestra Constitución Política, ratificada por referéndum, nos guste o no, establece las reglas de juego para todo el desarrollo político en nuestro país, así como en otras materias (económica, social, entre otras). El candidato presidencial Pedro Castillo puede darle una leída veloz a la Constitución en busca de alguna norma que faculte al Poder Ejecutivo, a través del presidente de la República, a desarrollar mismo dictador jefe de Estado una Asamblea Constituyente. ¿El resultado? No encontrará nada, pues no existe norma que lo autorice.
Pero ¿qué es una Asamblea Constituyente? ¿por qué Castillo insiste tanto en establecer una?
Según el constitucionalista Omar Cairo, la Asamblea Constituyente es un instrumento que puede ser empleado por las personas para que, en ejercicio del poder constituyente, puedan elaborar una Constitución. Es así que pueden realizar el reconocimiento de sus derechos fundamentales y el diseño de la estructura organizativa concreta del sistema constitucional de su sociedad política, y también realizar la revisión total de su Constitución vigente, sin seguir los procedimientos que esta regula para realizar su modificación.
Así, con el llamado a una Asamblea, lo que se hará es prácticamente saltar todos los pasos establecidos en nuestra Constitución y seleccionar a un grupo de ciudadanos, que son conocidos como “asambleístas”. Ellos, a su criterio y conveniencia, desarrollarán una nueva Constitución –una muy buena forma de armar una Constitución, a través de personas que, si bien pueden contar con espíritu cívico, no necesariamente contarán con los conocimientos requeridos para desarrollar aquella Carta Magna que regirá por años nuestro país-.
El detalle es que nuestra Constitución establece las reglas de juego y no permite el desarrollo de una Asamblea Constituyente. Menos permite que el Poder Ejecutivo, a través del presidente de la República, decida cuándo y cómo se realizará una Asamblea, cosa que el profe Castillo parece desconocer profundamente para no llamarlo ignorante sobre el tema. En consecuencia, no nos floreen, no es posible.
Pa’ un mejor entender, reconocidos constitucionalistas especializados en el tema como Óscar Urviola, Luciano López y Eloy Espinosa-Saldaña han indicado que no es posible establecer una Asamblea Constituyente, en tanto de hacerlo –como ansían los de Perú Libre– se estaría quebrantando el orden constitucional y, a decir de algunos juristas, representaría un GOLPE DE ESTADO por parte del Ejecutivo, tras una disolución inconstitucional del Congreso (indicaremos este detalle a continuación).
Lo explicado hasta el momento es solo una pizca de la idea macabra central. Apreciemos lo peligrosa que es la explicación que ha dado la candidata congresal de Perú Libre, Zaira Arias, a RPP, acerca de la famosa Asamblea Constituyente –con el respaldo del ideario de su partido político-:
O sea, nos está diciendo que Castillo se deshacerá, cual mono con metralleta, del recientemente elegido Congreso de la República. Por ende, ya no lo podrán fiscalizar, vacar si se encontrara bajo alguna causal, ni censurar a sus ministros, pues ya no habrá Congreso. Tampoco habrá normas legislativas, en tanto estaremos gobernados bajo un solo poder: el Poder Ejecutivo, con Decretos de Urgencia por doquier. Lo serio de ello es que, como se ha indicado, nada de eso está regulado, no está establecido en ninguna norma o disposición de rango constitucional, prácticamente es un salto al vacío a lo que Castillo decida en ese momento. Hermoso, ¿no?
Querido lector, nuestra democracia, si se basa en el poder de la ciudadanía de elegir a sus principales representantes –elección que debería ser informada y consciente, que gracioso, pero que desgraciadamente no es así-, no se rige sencillamente por lo que decida la muchedumbre; puesto que, hay instituciones y reglas establecidas previamente que, de cierta forma, limitan el poder de las mayorías. Ello, en tanto no estamos en una oclocracia: gobierno de la muchedumbre, llevada por el odio y el rencor que se nutre con la desinformación o de la ignorancia.
Entonces, ¿dónde estamos? En una república democrática con una Constitución Política que debe respetarse y que establece disposiciones que defienden abierta y expresamente nuestros derechos fundamentales, los cuales forjan una sociedad libre y justa, con igualdad ante la ley para todos los ciudadanos. Valoremos nuestro Perú, exijamos que no hagan con él lo que quieran y menos que vengan personas con tufo a dictadorcillo a tratar de imponer nuevas reglas de juego, las mismas que están claramente establecidas y definidas en NUESTRA CONSTITUCIÓN.
Hagamos respetar nuestra institucionalidad. Tomemos conciencia y no permitamos que se instale en el poder un régimen que propone y sostiene quebrantarla, así como zurrarse contravenir las reglas establecidas en nuestra democracia, para satisfacción e interés de un grupo, tal como han sostenido el candidato Castillo y otros integrantes de Perú Libre.
No más.