Con mi OMC no te metas
Hace relativamente poco la Comisaría Europea del Comercio advirtió que “Estados Unidos planeaba destruir la Organización Mundial del Comercio desde dentro”. Esta cita puede ser un tanto extremista y poco creíble hace algunos años, pero sin duda conlleva algo de verdad. Dentro de las advertencias que han lanzado las autoridades comerciales americanas, resalta una abrupta salida de la OMC.
Medidas tan drásticas como esta no son del todo descabelladas, dados los tiempos en los que vivimos. Es más, se puede recordar que esto ya se ha visto anteriormente: países (o, mejor dicho, naciones) en una posición hegemónica favorable han hecho hasta lo imposible para mantenerse con ventaja. Por ejemplo, durante la Guerra Fría, EE. UU. ya había demostrado que quien esté de un lado no puede estar del otro (no quisiera mencionar nombres, pero existe un país que comienza con “C” y termina con “-uba” que tuvo muchos problemas con esto último). La diferencia clave entre aquella época y esta es que el debate se daba a nivel de países, anteriormente, mientras que ahora se da con las empresas transnacionales como protagonistas. El ejemplo de Huawei es una buena representación de esto, pero no es la única (y no es la última que se verá). Para este caso, existen tres factores clave para tomar en cuenta y entender mejor cómo funcionan las políticas que moverán los cimientos del comercio internacional en los próximos meses.
1. Las tarifas: La ley del comercio internacional es la del más fuerte; en este sentido, EE. UU. ha planteado un plan de tarifas más agresivo no solo hacia China, sino hacia otros sectores que dependen de un flujo comercial tranquilo para su desarrollo. Dentro de estos sectores, está Latinoamérica. Las tarifas serán analizadas más a fondo en la próxima reunión del G20 (que se dará esta semana), pero es de esperar que, junto con la salida de EE. UU. de la OMC, se vea un aumento en aranceles en contra de los países que menos poder de negociación ostenten.
2. La posición de la Unión Europea (UE): La UE, en un intento por salvar a la OMC, plantea crear una nueva institución desde cero, en la cual EE. UU. no esté presente. Esto no solo tiene como fin satisfacer los deseos de EE. UU., sino que es clave para renovar la OMC, y hacer que se adapte a los desafíos de la era digital y trabaje con mayor eficiencia.
3. La naturaleza de China: El caso de China es muy particular, dado que se trata de una economía planificada, mantenida y ordenada por el Estado. Esto quiere decir que, a diferencia de otros países, donde las corporaciones tienen mayor peso en el debate comercial; en China, el Estado es el que coordina todo, el indispensable y el que trata directamente con las empresas asiáticas (como es el caso de Tencent). Al operar de manera diferente que en Europa o Estados Unidos, resulta más difícil cooperación entre esta y otras instituciones del comercio internacional (como Países, bloques comerciales o empresas internacionales).
Como vemos, el mejor de los casos es que EE. UU. no proceda con los planes que tiene para mantener su hegemonía comercial y siga manteniéndose reticente a cooperar, inclusive trabajando dentro de instituciones como la OMC. ¿Cómo nos afecta esto? Pensemos en todas las importaciones que provengan de China (sí, casi todas nuestras cosas), en todas las divisas que pasan por el país producto de esto y en todos los empleos que son creados gracias al dinamismo comercial que tanto nos ha costado consolidar; la noticia de una nueva tendencia que ponga eso en peligro es simplemente interesante, enervante y, ultimadamente, poco gratificante.
Editado por Pierina Paytán