La crisis climática en la que nos encontramos es real. Nos encontramos en una situación crucial pues un incremento en la temperatura global mayor a 1.5° C desataría catástrofes y una posible extinción masiva. Pese a esto, el año pasado se batió otro récord de aumento de temperatura como consecuencia de la industrialización. Aún con los grandes avances en energía sostenible se prevé que el crecimiento del mercado de combustibles fósiles, los principales culpables del calentamiento, continuará en los próximos años.
El Perú no es ajeno a dichos problemas, el 23 de mayo fue el debate de equipos técnicos y el desempeño de ambos partidos en el bloque de “Protección del medio ambiente y desarrollo sostenible”. Este bloque fue un insulto para un país que está catalogado dentro de los que serán más afectados por el cambio climático; donde dirigentes son asesinados por el tráfico de tierras; donde se aprueban proyectos que ponen en peligro a las comunidades en aislamiento; donde el 30% de su población está en riesgo de ser expuesta a metales pesados y el 26% a otras sustancias químicas; y donde radican empresas que aun debiendo multas por pasivos ambientales (actualmente hay más de 8 mil sin remediar) han recibido incentivos económicos.
La presentación de los moderadores en este debate también ha dejado que desear, por ejemplo se mencionó que “la pandemia permitió la recuperación del ambiente”, algo que las noticias anunciaban a inicios de cuarentena, pero que se ha demostrado es falso, este año se marcó otro récord de CO₂ atmosférico mundial y la deforestación y minería ilegal continuaron sin pausas.
Cabe resaltar que dentro del debate se presentaron dos de los varios tipos de pensamiento de ecología, a través de una exposición vaga y por personas sin conocimiento sobre temas de sostenibilidad:
Hernando Guerra un famoso empresario y político, fue el representante de Fuerza Popular. Él propuso continuar con el modelo actual, pero mejorarlo. En otras palabras, reforzar el capitalismo ecológico que se caracteriza por reconocer que la fuente del capital proviene del ambiente y le da un valor a las cosas mientras puedan ser explotadas, en el debate manifestó que “la naturaleza no tiene valor ni riqueza por sí misma”. Sí, en serio tuvimos que escuchar esta frase en el bloque de ambiente. Aunque resaltó la importancia de propiciar emprendimientos con nuestros recursos, siempre que sean eco-amigables.
La lógica es que para mantener el mercado se debe cuidar la materia prima, y el mundo deberá migrar a empresas ecológicas si quiere mantener el flujo de comercio. Promovió el llamado “desarrollo sostenible” donde la explotación tiene un límite, donde se fomenta el reciclaje, además de la creación de nuevas tecnologías verdes y proyectos de reducción de huella de carbono. Esta corriente busca mitigar los efectos del capitalismo, pues acepta que no se pueden evitar.
Por otro lado Celeste Rojas, representante de Perú Libre, es economista, y ex coordinadora y asesora del Ministerio de Educación. Ella intenta, falla y se embarra expone el pensamiento ecologista socialista que se hace énfasis en la revalorización e investigación de los saberes ancestrales poniendo en primer plano el bienestar del individuo.
Esta rama del ecologismo reconoce que el crecimiento económico nos está llevando al colapso y promueve un decrecimiento del consumo. Estipula que la protección del ambiente va de la mano con el respeto a los derechos humanos, algo que el capitalismo ha vulnerado históricamente al fomentar el individualismo y destruir el vínculo entre naturaleza y sociedad. Busca dejar de lado la creación de nuevas tecnologías que involucren el fomento de la industria, y promueve la innovación e investigación en las prácticas comunitarias actuales, la revalorización del ambiente como un ente con derechos propios y como un derecho para la población.
Esta corriente ha sido apoyada en el país por diferentes comunidades nativas, campesinas y grupos de ecologistas que desde hace años intentan fijar acciones reales por parte del Estado y quienes piden que otras actividades económicas no extractivas sean apoyadas. Para ellas, el capitalismo verde es parte de las falsas soluciones y las mismas promesas que nos han dejado estancados e impiden la autosostenibilidad.
¿Cuál de las dos alternativas es más utópica y menos viable? Es difícil decirlo, ambas apoyan la transición a energías renovables como uno de sus ejes, pero no es secreto que la economía de los combustibles fósiles ha actuado en contra de todos los intentos de frenar el cambio climático. Existen registros de actos que van desde interrumpir las investigaciones que los demostraban culpables hasta imponer sus intereses dentro de la política. En los últimos años se ha desmentido que los países del primer mundo son un ejemplo en ecologismo, que el reciclaje nos puede salvar o que el mercado tendrá que girar a una economía más verde para no ver las ganancias afectadas. Por otro lado, imaginarse un cambio en el estilo de vida actual, el cual está controlado por intereses de pequeños grupos, es algo casi imposible.
El lineamiento de Perú Libre (que podría cambiar en los próximos días) es el que democraticamente fue elegido, pero sin un plan adecuado o profesionales capaces es otra propuesta (una más a su lista) destinada al fracaso. Lo peor es que podríamos terminar regresando al extractivismo, esta vez con menos reglas, como una forma de inyectar dinero a la economía. Históricamente ha pasado en nuestro país, el peor manejo de la famosa-por-metales-en-la-sangre minera Volcán respecto a la salud de los pobladores de Cerro de Pasco se dio post expropiación e internacionalmente los desastres ecológicos por gobiernos autoritarios y mal planeados son fáciles de encontrar. De nuevo, este tema quedó en manos de los ciudadanos que deberemos estar alertas, para enfrentarnos a lo que se viene.