Gerald Oropeza y “Caracol” están afiliados al Seguro Integral de Salud (SIS). Un par de parlamentarios fujimoristas e Indira Huillca del Frente Amplio también lo están. Y no nos olvidemos de Sheyla Rojas, figura de Esto es Guerra por su destacada habilidad armando torres de vasos, y Yahaira Plasencia, la “Reina del Totó”.

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Indira ni enterada de su afiliación al SIS…

Estos hechos son los que hacen que cualquier peruano se pregunte, con el nivel de indignación que requiere el tema, cómo puede ser tan fácil afiliarse al SIS. Este seguro tiene más de 17 millones de afiliados, y asumiendo que somos 30 millones de peruanos, más del 56% de nosotros podríamos hacer uso del SIS.  Números importantes, considerando el costo fiscal del SIS, que obliga a pensar si los mecanismos y requisitos de afiliación son los mejores y apuntan a afiliar a personas que realmente lo necesitan.

Como se auto define en su portal web, el SIS tiene como finalidad proteger la salud de los peruanos que no cuentan con un seguro de salud, priorizando en aquellas poblaciones vulnerables que se encuentran en situación de pobreza y pobreza extrema.

¿Pero cómo así se filtran tan distinguidas personalidades, que no parecen estar en situación de pobreza o ser “vulnerables”?

Yo creo que la mejor forma de entender qué está mal en el SIS, y en general muchas de las políticas de focalización de beneficiarios en el país, es citar la defensa de Verónica Linares (periodista de canal 4) a Sheyla Rojas por el escándalo mediático al descubrirse que tenía SIS.

“El hijo de Sheyla Rojas no tiene un problema físico que superará con terapia. Antonito tiene el síndrome de Artrogriposis o de Gordon (…). En este contexto, el hijo de Sheyla está protegido por el Estado. Según el Decreto Legislativo 1164, promulgado por el Gobierno de Ollanta Humala, todos los niños de 0 a 5 años sin seguro médico tienen acceso directo al SIS. Pero ni ella, ni su mamá, ni el papá del niño lo saben. Sin embargo, lo que debería preocuparnos es que tampoco lo supieran ni la asistenta social del Instituto de Rehabilitación ni la encargada del centro médico de Salaverry que la inscribió a ella en el SIS para beneficiar a su niño”.

Verónica, al defender a su compañera de canal, presenta los dos problemas centrales que veo en la focalización del SIS y que además son transversales a varias intervenciones del país:

1.- La presencia de dispositivos legales que afilian a un grupo de personas con características comunes sin filtros reales de su verdadera capacidad económica.

2.- ¿Quién te afilia al SIS? En este caso, una asistenta social, pero, en general, lo hace personal de establecimientos de salud.

Sobre el primer punto, quiero resaltar lo que dijo la Ministra de Salud hace unas semanas. En el Perú se han dado diversas normativas desde el 2011 para poder añadir a grupos “vulnerables”: personas gestantes, microempresarios (hay un SIS para sus trabajadores), menores de 5 años sin seguro médico, entre otros.

El SIS ya no es un seguro para pobres, sino que más bien es un mecanismo que protege a grupos que el Gobierno de turno considera como vulnerables. Pero lo que no se ha hecho es verificar si agregar a dichos grupos no permite que se filtren personas que no necesitan el SIS dado sus niveles de ingresos, como Sheyla Rojas. Este problema de focalización no es único en el SIS, pues, por ejemplo, hay varias intervenciones del Estado que priorizan a los distritos del país ubicados en “zonas de frontera” sin analizar si dicha población “de frontera” cumple con los criterios de focalización propios de cada intervención.

Sobre el segundo punto, asimismo, resulta importante que este Gobierno, que acaba de empezar y que se jacta de llevar la banderita de la eficiencia pública, identifique quiénes están decidiendo si una persona aplica o no para ser beneficiario de una intervención estatal. ¿Esa persona tiene conflictos de intereses? ¿Esa persona está capacitada para tomar dicha decisión? ¿Esa persona sabe cuáles son los criterios para definir a una persona como vulnerable? El SIS tiene una modalidad completamente gratuita, donde se verifica la condición económica del potencial beneficiario, pero en la modalidad donde hay que hacer un pago, el nivel de discrecionalidad es alto.

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¿Familia vulnerable?

La coladera del SIS salió a la luz por el escándalo mediático de tener a Sheyla Rojas y a Oropeza en el padrón de potenciales beneficiarios. Pero (quizá) ni ellos sabían que eran parte del SIS. Es momento de que el Gobierno evalué transversalmente todos los criterios de focalización de las principales intervenciones del país (empezando por las que tienen más presupuesto), porque invertir dinero de todos los peruanos en gente que no lo necesita (o al menos no la modalidad SIS 100% subsidiada) es, literalmente, impresentable.