Hoy en día, los estudiantes universitarios pueden acceder, para bien o para mal, a mucha ayuda externa que les facilita la carga académica y a un mercado creciente que ofrece realizar cualquier tipo trabajo académico (PUCP, 2016). Algunos caen en la tentación de llevar la ayuda más allá, lo que en tiempos previos a la pandemia era considerado como plagio. lo que el ingeniero Acuña llamaría “plagio”. Además, la colusión entre compañeros es más fácil que nunca, todo al alcance de una llamada o un enlace de videollamada para coordinar la fechoría. Esto es un escenario real y las universidades son conscientes de ello, por eso han intentado frenar esta problemática con sanciones académicas y apelando a la ética de los estudiantes, pero la decisión final de cometer plagio la tienen los estudiantes. ¿Cuál es el trasfondo de esta decisión consciente?
Para encontrar una posible respuesta vamos a adaptar el programa de clemencia de las Agencias de Libre Competencia (ALC). Este es un trabajo elaborado en 1999 por Massimo Mota & Michele Polo, que, en resumen, nos dicen que dos empresas que coluden (para aumentar precios o disminuir oferta) se enfrentan a ser descubiertas por las ALC y afrontar las sanciones que se les impongan. Sin embargo, el que las ALC lleguen a descubrir estos acuerdos colusorios depende de la calidad de estas instituciones, además, el proceso de probar el delito puede ser muy costoso. En este sentido, para simplificar su labor, las ALC ofrecen una exoneración, parcial o total, de las sanciones si alguna de las empresas confiesa el delito y coopera en identificar a las demás empresas involucradas.
Fuente: La libre competencia
Ahora bien, consideremos que un buen estudiante, que se ha preparado para su examen, no necesita cometer plagio. Mientras que este no entra en el análisis un aplauso para esos alumnos, el estudiante que no tiene el mismo nivel de compromiso (como esos que se quedan dormidos medio ciclo y quieren aprobar) sí ve esta opción muy atractiva. Este será el sujeto de nuestro interés. Para comenzar debemos caracterizar a este tipo de personas. Estos son del grupo neutral al riesgo, es decir, no les afecta copiar en ningún aspecto. De otra manera, pueden existir alumnos a los que les genera inconformidad el hecho de copiar, aunque no existan consecuencias; por ejemplo, los afecta de manera ética (peso de conciencia). Estos serán del tipo adversos al riesgo. Para realizar nuestro análisis vamos a considerar que solo son dos los estudiantes que coluden y que estos son neutrales al riesgo.
Fuente: Senac
Con los protagonistas ya descritos veamos cuáles son sus incentivos. En primer lugar, cuantificamos la utilidad de los estudiantes como la suma de su calificación y el resultado personal que les genera plagiar (que depende del tipo de estudiante). Diremos que el resultado de copiar para los estudiantes neutrales al riesgo es igual a cero.
Por el lado de las universidades, depende de ellas las sanciones que impongan y el empeño por identificar a los estudiantes que cometen estos actos. Entonces, supongamos que la sanción es anular el examen (una reducción del 100% de la nota) y que, ante sospechas de plagio, la universidad investiga y sanciona en un “p”% de las veces que sospecha plagio. Además, las universidades ofrecen descontar un “a”% de la sanción si confiesa el plagio y colabora con la investigación. Asumiendo un “a” de 25% y considerando que la sanción sin confesar era del 100%, ahora esta solo será del 75%. Es decir, si alguien que plagió obtuvo 20 como calificación y confiesa la infracción, su sanción será reducir su nota a 5. Por estos motivos, en lo que a este análisis respecta, la decisión de los alumnos dependerá de la relación de las variables expuestas líneas arriba.
Fuente: Factor Capital Humano
Ejemplifiquemos esta teoría con un caso:
Dos estudiantes neutrales al riesgo están pensando en copiar en un examen. Si finalmente lo hacen, obtendrán una nota de 14 puntos, de lo contrario cada uno obtendrá 8 puntos. Entonces cada estudiante se enfrenta a
p% * 0 + (1 – p%) *14,
donde la primera parte representa el probabilidad de ser atrapados multiplicado por la nota que recibirían en ese caso (nota 0), mientras que la segunda parte representa la probabilidad de no ser atrapado multiplicado por la nota que sacarían si copian (nota 14). Así, decidirán copiar si p% * 0 + (1 – p%) * 14 > 8 (nota sin copiar), lo que resulta en 0.4 > p ; es decir, que los alumnos copiarán siempre y cuando la probabilidad de ser atrapados sea menor al 40%.
En caso uno de los estudiantes considera confesar la infracción, se enfrentará a
p% * 0 + (1- p%) * 14 > (1 – a%) * 14
, la nota que obtiene por copiar multiplicada por el descuento parcial ofrecido como incentivo por confesar. Esto resulta en a% > p%. Es decir que, mientras más bajo es el porcentaje de descuento (un menor incentivo a confesar), existirá una menor probabilidad de atrapar a los alumnos (mayor incentivo a copiar).
Finalmente, podemos concluir que la decisión de copiar dependerá de qué tan rigurosa sea la universidad y de los beneficios personales para el alumno que resulten de este acto. Para algunos puede resultar beneficioso y para otros todo lo contrario. También es importante recordar que plagiar implica priorizar el bienestar de corto plazo sobre los beneficios de largo plazo, que puede significar afectar la calidad de los futuros profesionales.