En la última conferencia
de prensa en Palacio de Gobierno, luego de que se anunciara la inmovilización
social obligatoria, saltó una interrogante que me sorprendió muchísimo y tenía
como foco principal a las vacunas. La
pregunta, de por sí, tiene un nacimiento bastante especulativo (como los
nuevos precios en el mercado de Caquetá) y se estuvo hablando mucho de ella
en estos días, sobre todo de la “carrera” que están ejerciendo los países de
primer mundo para “darle fin” al COVID-19.
Hizo bien el presidente en desestimar estos nuevos desarrollos como la “esperanza” contra la enfermedad. Si bien va a ser de suma importancia el desarrollo de esta vacuna, el considerar que llegaremos en menos de un año a una campaña de inmunización en este país, es un pensamiento demasiado optimista. Recordemos que, la elaboración de una vacuna tiene varias fases y cada una tarda un tiempo prudente en ejecutarse correctamente. ¿Se imaginan lo que debe ser evaluar la diversidad de efectos secundarios a varios grupos de individuos en un plazo razonable de tiempo? Exacto, es un trabajo extenuante y delicado. The Lancet, revista líder en salud pública, en 2018 hizo un listado de 11 enfermedades contra las que se deberían desarrollar vacunas y, para cada una, se estimaba un costo de elaboración entre 2.8 y 3.7 mil millones de dólares. Entre ellas, se incluía las relacionadas al síndrome agudo respiratorio severo (SARS), como el COVID-19. El desembolso de estos fondos y la ejecución de esta cantidad elevada de gasto, evidentemente, presentan otras barreras temporales ante este esfuerzo que, de hecho, recién está iniciándose.
Pero, mientras organismos en Europa, EE. UU y China ya están abocados en este esfuerzo, tenemos que ganar el mayor tiempo posible. Lo más urgente para ello es la contención: sí, hablo de la “cuarentena”, medida crucial para suprimir la dispersión de la enfermedad. Estoy seguro de que estos días cientos de ustedes ya habrán visto las animaciones o demás adaptaciones que se hicieron del artículo de The Washington Post sobre el #flatteningthecurve (ver la imagen debajo). El aislamiento social es indispensable para no saturar los sistemas de salud y poder disminuir gradualmente la curva de contagios. El Perú ha sido a nivel de América Latina entre los más duros impulsores de medidas relacionadas a esto que, recién se han estado imponiendo desde el fin de semana pasado en la región y en Europa.
Quisiera que miremos bien la curva hasta el día de hoy: 234 contagiados, en comparación con los anteriores días, vemos que la duplicación de casos empieza a presentarse en el país. Además, debemos tener en cuenta un detalle muy importante; la curva que se muestra ahora no es la fotografía “fidedigna” de la realidad de contagios. La transmisión se ha vuelto comunitaria, hay varios pacientes asintomáticos, los servicios de salud pueden estar atendiendo casos que podrían ser una influenza cualquiera y la toma de muestra no da resultados en menos de 1 día si se da en provincias. Es evidente entonces que, los casos en el Perú están subrrepresentados, al igual que en otras partes del mundo
Si bien la inmovilización social va a aliviar los sistemas de salud orientados al tratamiento y hospitalización que los nuevos casos requieran, las unidades de diagnóstico no van a ser aliviadas. Si prestaron atención al mensaje del jueves de esta semana, se va a dar un presupuesto de 102 millones de soles para la compra de kits y equipos de detección del virus. El gobierno ya no está enfocando ahora sus esfuerzos en el aislamiento social – que ya lo ha dado por hecho con todas las restricciones -, sino en poder hacer que la curva generada sea la más cercana a la realidad, lo que será posible únicamente si se incrementa el número de pruebas realizadas por día.
Algo que les puede
parecer interesante a muchos de ustedes es que, no solo el personal de salud – como técnicos y médicos – es capaz
de realizar toda la operación de la prueba
de diagnóstico. La carga viral en el hisopado en los casos sospechosos es
muy baja para poder detectarla con algún método de revelación. Con el fin de
amplificar esta carga y que sea detectable se realiza una prueba que es una
variante de la PCR – lo expliqué antes en otro artículo de Univerzoom.
Esta prueba es una de las técnicas básicas durante la etapa de formación e
investigación de profesionales en
biología molecular que, en el Perú, en estos momentos, deben estar en sus
casas viendo Netflix y haciendo memes en vez de la tesis observando la
situación, desde el palco.
Estoy seguro de que el gobierno, en este nuevo esfuerzo por masificar las pruebas hechas por día, debería de reformular los requisitos para apoyar al INS. Sería incorrecto que varios biólogos de buena voluntad queden fuera por no haber hecho SERUMS, cuando en esta situación excepcional, esta actividad no demuestra su capacidad en el proceso técnico de diagnósticos.
Asimismo, como parte del esfuerzo para descongestionar los equipos de detección -termocicladores-, una estrategia alternativa a la compra de nuevos equipos sería realizar un censo de la capacidad tecnológica en los distintos laboratorios (clínicos y de investigación) para realizar la prueba y, pedir los apoyos logísticos necesarios.
No es suficiente seguir haciendo 300 pruebas por día, no podemos darnos el lujo de seguir desperdiciando recurso humano y tecnológico en la semana que se viene. Masificar las pruebas servirá para detectar y aislar a los casos de la manera más realista posible y, se podrá dar la información necesaria al gobierno para que evalúe los siguientes pasos a dar. En España, por ejemplo, recién se resolvió por masificar las pruebas esta semana y se vio que el número de nuevos contagios se disparó. Las decisiones se tomaron bastante tarde; la inmovilización no fue implementada a tiempo y el virus ha barrido, por ejemplo, en muchas casas de ancianos.
Cada uno de nosotros debemos apuntar a lo que estamos en capacidad de hacer para ralentizar esta curva y aproximarla a la situación real, desde nuestras profesiones o en nuestras casas. Estamos a tiempo, tenemos buenos y pésimos ejemplos en el mundo y estamos optando por ser responsables desde el primer caso de infección, tomando la vía correcta.
Masificar las pruebas por día y disminuir el contacto social es lo único que estamos en capacidad de hacer como país, hasta volver a la normalidad y se pueda implementar la inmunización. Estamos entrando en terreno inexplorado, pero aún depende de nosotros que cuando lleguemos al tope de la curva, este no encuentre un sistema de salud ya colapsado .