El expresionismo es un movimiento artístico que llega al cine en una Alemania en estado crítico, durante las primeras décadas del siglo XX y “El gabinete del doctor Caligari” se concibe como un clásico del mismo.
Mediante los elementos estéticos de la cinta, se pueden observar distintos rasgos que lo confirman. Por ejemplo, la composición del espacio, predominantemente anguloso y puntiagudo, devela un carácter “distorsionado de la realidad”, inquietante. Líneas extremadamente rectas y ángulos asimétricos remarcan la propuesta “afilada” tanto del director Robert Wiene como de los guionistas Hans Janowitz y Carl Mayerquienes, quienes desconfiaban de la autoridad tras sus vivencias postguerra.
La historia inicia cuando Francis anima a su compañero Alan a ir a Holstenwall, una ciudad del norte de Alemania, a ver el espectáculo ambulante del doctor Caligari. Curiosamente, el encargado municipal que le niega al doctor el permiso para actuar aparece asesinado al día siguiente. De igual manera ambos amigos Francis y Alan acuden al show del doctor Caligari y Cesare, su ayudante sonámbulo. De repente, la cosa cambia cuando el sonámbulo le anuncia a Alan su destino próximo: la muerte en el amanecer.
El relato en primera instancia parece que tratase de un loco hipnotista que usa a un sonámbulo para cometer asesinatos. Sin embargo, el conflicto es de ligas mayores, por lo que se genera un plot twist genial. El espectador no es capaz de reconocer que el mundo de Francis es delirante hasta los últimos minutos, en los que se produce un giro suspicaz. De repente el malvado de la historia es una persona cuerda, que busca inclusive sanar al enfermo, al demente, quien estuvo durante más de la mitad del hilo narrativo tratando de desenmascararlo. Surge el simbolismo del “monstruo interno” y el juego entre la impotencia y la prepotencia.
Los conceptos del arte clásico se relegan, la armonía de la naturaleza se desplaza por el sentir angustiado de los creadores y se acentúa una atmósfera oscura, de pesadilla, que nuevamente habla de los estados anímicos. De esta manera, la rigidez de las líneas, el acecho de lo puntiagudo como peligroso, lo asimétrico como inestable empieza a cobrar mayor sentido. Me parece importante mencionar que el único momento en el que se muestran superficies curvas y bordeadas, que podrían dar cierto alivio y sensación de seguridad, se produce en la casa de Jane (espacio privado de “la prometida” de Francias).
Nuevamente, la ambivalencia del doctor Caligari, conjuga de manera excepcional la postura de los autores con respecto al gobierno. En un inicio es un sujeto terrorífico, que mediante su postura encorvada perturba y causa desconfianza; al final de la película es un personaje que hasta podría considerarse “amable”. En este sentido, la descomposición social se instaura como el rasgo fundamental del cine alemán, rasgo que conduce al nazismo y se muestra como una premonición del mismo.
Edición: Kelly Pérez V.