(Antes de la renovación del gabinete) Hablar mal de Castillo ya se ha convertido en un deporte nacional, probablemente no por las razones correctas: ya sea por los caprichos de los medios más presuntuosos o por las innumerables desventuras que él nos regala semanalmente. Y es que no era sorpresa que este iba a ser un gobierno que daría que hablar—igualmente, no por las razones correctas—sino porque la división iba a ser característica principal, tanto en los hechos, como en los personajes.
Castillo Terrones ya causaba desazón en la que sería la bancada oficialista desde antes que “el lápiz” sea declarado presidente de la república. La influencia de factores exteriores a Perú Libre en él era tangible, algo que a los altos mandos del partido no gustó nada. La “derechización” o “humalización” de Pedro Castillo, creen muchos, es la solución a la situación económica que aqueja al Perú; pero es algo que hace arder las calderas de un cerrón y otro bermejo.
En los últimos días, con un nuevo récord histórico del dólar, (muchos se lo adjudican a) una nueva comunicación ministerial (a través de Twitter) del mismísimo Presidente del Consejo de Ministros Guido Bellido alborotaría el gallinero. Y es que este se tomó la molestia de anunciar una renegociación del gaseoducto de camisea, en tiempo presente. Según el diario Gestión, las conversaciones del estado a través de Perupetro (representante de inversión del estado) con el consorcio Camisea serían recién el 6 de octubre.
Entre otras (tantas) cosas, un sector del congreso y la opinión pública recriminaron a Pedro Castillo el comportamiento de su Presidente del Consejo de Ministros. Le recordaron su discurso sobre que no expropiará, y más bien impulsaría la inversión privada. Ante ello, Castillo desestimó indirectamente los intentos brutos de Bellido por nuevamente alterar al congreso, que sigue pisando el palito, invocando al diálogo. Es entonces que Guido Bellido desestima al mismo presidente de la república refiriéndose nuevamente a la inminente nacionalización del consorcio Camisea.
Bellido también metería su cuchara en otra novela, la de la interpelación del ministro de trabajo Iber Maraví. Bellido se muestra tajantemente en contra de la interpelación alegando inexistencia de pruebas fehacientes. Pero al igual que muchos expositores dentro del congreso, son más que palabrería que no demuestran inocencia o culpabilidad. Es por ello que, nuevamente amedrentando, Guido Bellido anuncia que pedirá cuestión de confianza al congreso. A pesar de que el ministro de justicia, Anibal Torres, y el presidente Pedro Castillo negaron que se presentaría esta cuestión, el premier Bellido desestimó ambas declaraciones adjudicándose completa autoridad para pedir la confianza al congreso.
Fue con la designación del nuevo canciller Oscar Maurtua, en remplazo de Héctor Bejar, que la relación entre Castillo y Perú Libre se tornó cuando menos tóxica. La facción de Cerrón, que cuenta con la mayoría de acciones dentro de Perú Libre, parece ser parte de la oposición que le pone cabe a Castillo, mientras que este, un accionista amateur, acompañado de Francke y otros, parecen sucumbir ante la agobiante presencia de esta facción menos brillante de Perú Libre—facción que se dice muy antiimperialista y revolucionaria, pero que vota a favor del ingreso de fuerzas armadas de Estados Unidos a territorio peruano.
La altanería del Perú Libre de cerrón, aquella que está más preocupada en tener la razón por encima de una oposición igual de confrontacional y plumbia (antes que hacer algo por el país), parece estancar un gobierno viable; pero Castillo está tan alejado de todo y amilanado, que no golpea de vuelta. Ójala que el desasosiego no sea nuevamente característica principal del gobierno de turno, más aún en la situación en que nos encontramos. El mercado internacional y su crisis, junto a la inestabilidad política generada a partir de berrinches de políticos cretácicos, terminan por afectar al de a pie, al que votó con el Perú en la mano.