La historia durante siglos ha silenciado múltiples realidades como la homosexualidad, lo queer, hasta hacerlo tabú. A pesar de que en la actualidad ha habido avances al respecto, nuestra sociedad sigue tiñéndose de un conservadurismo que tilda de inmoral o antinatural todo aquello que no calza dentro de lo heteronormativo. Felizmente, entre otras cosas, el cine llega al rescate para desmantelar dichas taras y reconfigurar el imaginario colectivo que tanto cuesta observar.
“Carol”, dirigida por Todd Haynes es una muestra formidable de aquella parte de la historia que prefería no contarse. Si bien se trata de una ficción, el film muestra la opresión durante la sociedad estadounidense de los años 50, así como la lucha por la libertad individual que se plasma a través del desenlace de la relación de las protagonistas.
La intensidad del romance entre Therese (Rooney Mara) y Carol Aird (Cate Blanchett) aparece desde un primer momento. El encuentro entre una joven veinteañera que sueña con ser fotógrafa y Carol, una mujer imponente, sofisticada y aún casada; en una tienda de juguetes será el inicio de una apasionada y cautelosa historia de amor.
A través del elegante uso de primeros planos, el espectador queda sumergido en una cadencia de intimidad que irá in crescendo a partir de las sutilezas reveladas en las miradas, caricias y gestos con las manos, el enfoque de labios, etc. De esta forma, uno se vuelve testigo de la contención casi protocolar que se produce en ambas al estar en espacios públicos, así como la finura de la seducción a partir de gestos y diálogos que muestran un interés particular desde el principio. “¿Qué juguete te hubiera gustado tener a los cuatro años?” es una de las primeras preguntas que Carol le hace a Therese a propósito del regalo que le hará a su hija. Posteriormente olvida (?) sus guantes en la tienda, lo cual se volverá en la excusa perfecta para que Therese pueda devolvérselos, si quiere, personalmente.
Esta historia, basada en la novela “El precio de la sal” escrita por Patricia Highsmith, muestra la imposibilidad del compartir en la cotidianeidad entre ambos personajes, quienes conforme van conociéndose, terminan por embarcarse en un roadtrip, como quien se conduce a un mundo paralelo. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja que su ilusión y enamoramiento. A pesar de que se muestra la constante fricción entre lo que “no puede ser” y el desconsuelo de lo que implica una separación abrupta, la propuesta estética deja de lado la miseria y desgracia.
La dirección de arte (vista en los atractivos y atinados vestuarios, el mobiliario, locación, etc.) junto con la prolija actuación de Cate Blanchett (Carol) y Rooney Mara (Therese), serán claves para hacer de la narrativa una historia viva minuto a minuto. Además, las sutilezas de las acciones se potencian y acompañan a través de la música tanto diegética y extradiegética, con aires nostálgicos, así como de encuadres pálidos y difusos.
“Carol” es una obra maestra, digna de volver a primera plana a propósito del mes del orgullo y la lucha incesante por la libertad y la visibilidad.
Edición: Kelly Pérez.