A puertas del bicentenario y en el marco de la “nueva normalidad” vuelven a surgir conflictos por los cuales el Perú ya había atravesado. En esta oportunidad VA te contará acerca de dos problemas socioambientales que, debido al Covid-19, están pasando desapercibidos: el caso Paracas y el caso Espinar.
Para el análisis de estos casos es de suma importancia conocer ambas caras de la moneda, por lo cual se analizarán las propuestas realizadas por las partes afectadas y las respuestas brindadas por la contraparte. No obstante, antes de continuar, es importante recordar que los conflictos sociales no son únicamente situaciones en las que surgen enfrentamientos violentos, sino son aquellas en las cuales alguno de los participantes (Estado, ciudadanía o empresa) se siente vulnerable ante la acción de cualquiera de los otros actores.
Paracas
En el año 2014, el gobierno de Ollanta Humala le concedió la licitación por 30 años a un grupo de empresas brasileñas y españolas para que operasen en el puerto San Martín, ubicado en Paracas. Este grupo empresarial quería construir el Terminal Portuario General San Martín–Pisco (TPP), al cual se accedería obligatoriamente pasando por la Reserva Nacional de Paracas. Pese a lo cuestionada que fue la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA)1, el proyecto se llevó a cabo.
Cuando se pensaba que ya la bahía de Paracas había sufrido suficientes daños, en 2018 los dueños del TPP regresaron al ruedo los tóxicos regresan. En esta oportunidad, con el objetivo de ampliar el puerto y construir un almacén de concentrado de minerales, el cual a su vez vendría acompañado de la edificación de 2 plantas de tratamiento de aguas residuales. Todo lo anterior lo harían mediante la modificación del EIA antes presentado.
Si bien los representantes del TPP señalaron que el traslado sería exclusivamente de cobre y zinc, y que sería mediante métodos herméticos, empero existe un inminente riesgo de fuga y la contaminación íntegra del ecosistema de la bahía de Paracas producto de los desechos.1 y 2 En estas últimas semanas este caso tomó relevancia ya que el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las inversiones sostenibles (SENACE) y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) darán su veredicto con respecto a la aprobación de dicha modificatoria. En vísperas del aniversario patrio, ambos entes anunciaron la desaprobación de la ampliación, mas – tal como lo mencionaron diversos colectivos ambientalistas – esto no es motivo para bajar la guardia. Paracas se ha convertido en uno de los destinos turísticos más importantes del país (el segundo más visitado después de Machu Picchu) y alberga animales en peligro de extinción. La implementación de un proyecto como este generaría ingresos económicos para la empresa, pero también alteraría terriblemente el ecosistema del lugar.
Espinar
En la provincia de Espinar, Cusco, se encuentra la minera Glencore-Antapaccay. Como toda minera, genera externalidades en la salud de las personas que viven cerca a esta. Es por eso que en el año 2003 esta minera y la municipalidad de Espinar firmaron un acuerdo Marco. Este señalaba que el 3% de las utilidades anuales generadas por Glencore serían entregados a la municipalidad para invertirlo en obras públicas.
Ante la actual situación de pandemia, un grupo de ciudadanos salió a las calles desde el 15 de julio en una protesta indefinida – tras la realización de una frustrada mesa de diálogo entre las partes y representantes de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) – a exigir la modificación del convenio Marco. Esta protesta con la finalidad de replantear los temas de la salud de las personas, el medioambiente y solicitar que los fondos obtenidos por este 3% sean distribuidos directamente a las familias de la localidad mediante un bono familiar de 1000 soles. Con el paso de los días se ha solicitado la intervención del primer ministro, Pedro Cateriano. Ante esto, él solo señaló que no acudiría bajo amenazas; en sencillo, que no asistirá a menos que el asunto empeore. Asimismo, la minera señaló que no dará su brazo a torcer y que planeaban brindar alimentos y medicinas a las familias afectadas por el Covid-19; sin embargo, no se refirieron a la subsanación de la contaminación generada por los minerales.
Lo cierto es que durante estos días de paro la violencia se ha desatado de manera feroz. Hasta el momento, se han registrado heridos y una persona desaparecida en Espinar3. El rol del Estado como mediador en un conflicto como este es vital, ya que estos compatriotas están exigiendo salud y el cuidado del ecosistema.
Es lamentable y preocupante que en ambos casos se denigre la importancia del ecosistema peruano y este pase a segundo plano. En un primer momento, mientras todos acataban la cuarentena, la naturaleza fue capaz de mostrar su máximo esplendor y enseñar cuanto interfiere el hombre en esta, pero en la práctica ¿el Perú realmente protege su biodiversidad? El mundo admira con respeto la naturaleza peruana, pero parece que muchos peruanos nos tapamos los ojos cuando el crecimiento económico deja de respetar a nuestros ecosistemas.
Edición: Daniela Cáceres
Fuentes:
1https://larepublica.pe/opinion/2020/07/21/sos-paracas-por-santiago-agurto/
2https://larepublica.pe/opinion/2020/07/03/la-reserva-nacional-de-paracas-en-peligro-de-extincion/
3https://wayka.pe/gobierno-reinicia-dialogo-hoy-en-espinar-tras-violenta-represion-policial/