Empezaremos con una pregunta de cultura general: ¿cuál es la empresa más grande del mundo por capitalización de mercado? Si tu respuesta era Apple, Amazon o cualquier gigante tecnológico, te equivocaste. Hasta hace poco, siempre una de estas ocupaba el primer lugar, con valores ocasionales que excedían el billón de dólares. En diciembre, no obstante, llegó un nuevo jugador al mercado: Saudi Aramco, la petrolera con el monopolio de la extracción en el Reino de Arabia Saudita, país que le sigue a Venezuela en la lista de países con las mayores reservas de petróleo.
Se preguntarán cuánto vale Aramco. El récord del 12 de diciembre fue de 2.1 billones de dólares. Desde entonces el valor de la compañía se redujo y cerró el año en 1.9 billones. A modo de comparación, el PBI de Arabia Saudita es de 780 mil millones de dólares. Para hallar un país cuyo PBI maneje estos números, tendríamos que ir a Brasil, la economía más grande de Latinoamérica. En realidad, este valor ha sido un tema de discusión, pues si bien se encuentra dentro de las proyecciones del gobierno saudí, múltiples analistas financieros estiman que la valoración real debería ser la cifra más modesta de 1.5 billones. Y no es que los analistas necesariamente se hayan equivocado; el gobierno saudí puso medidas para fomentar que las familias más importantes compraran acciones (incluso se lo permitieron a mujeres divorciadas) y subieran artificialmente los precios. Esto explicaría un inicio contundente, después del cual los precios de las acciones han ido en caída, sobre todo después de la incertidumbre regional debido al asesinato del comandante iraní Qasem Soleimani por parte del tío Trump.
Sobre las motivaciones de esta movida de negocios, no era completamente imprevista, pues en un artículo anterior ya hablé de Visión 2030, plan del príncipe heredero (Mohaméd bin Salmán) para diversificar la economía. Parte de este era que Saudi Aramco circulara en bolsa, de modo que la volatilidad de los precios del petróleo pudiera ser compartida con el mercado global y se estabilice la economía.
La entrada se dio el 19 de diciembre con una emisión del 1.5% de la compañía, participación valorada en más de 25 mil millones de dólares, otro récord que rompió Saudi Aramco. Esta cifra, sin embargo, no fue suficiente, pues el gobierno esperaba recaudar 100 mil millones. Por tal motivo, en enero el gobierno continuó emitiendo acciones, pero los precios en dicho mes tampoco fueron suficientemente altos. Por lo tanto, es posible prever que la valoración de Saudi Aramco continúe cayendo. Lamentablemente para los intereses petroleros, el futuro se ve lleno de regulaciones e incertidumbre regional que pueden dañar la rentabilidad. Y, por si fuera poco, al ser una empresa pública tiene mucho más sentido que el dinero de la empresa sea extraído a través de impuestos, en lugar de pagar dividendos a los accionistas, que no se encuentran necesariamente en suelo saudí.
Con esta venta de acciones, el gobierno ha podido conseguir ingresos líquidos para hacer planes de construcción e inversión en renovables. Pero siendo realistas, tras las tensiones con Irán, es muy probable que este dinero vaya a dirigirse a la industria de armas. El hecho de que Arabia Saudita (enemigo de Irán) esté vendiendo acciones de una empresa tan rentable, a pesar de la diversificación económica, resulta muy sospechoso, en mi opinión. Tal vez esta sea una señal de que la confrontación con Irán se vaya a hacer más… directa. Inicialmente yo tampoco lo creía (y puse esta parte para justificar el clickbait), pero hay noticias que lo respaldan. Hablando de Soleimani, la ventaja de vender las acciones es doble: además de obtener dinero líquido para la compra de armas, minimizan las pérdidas que les generaría una eventual guerra. Sin embargo, esto puede ser muy preocupante para la estabilidad regional cuando la Guerra en Siria está concluyendo. Por el momento Yemen parece el objetivo más probable de Arabia Saudita, pero queda la posibilidad de una invasión definitiva a Irán cuando todavía tienen el apoyo de Trump en los Estados Unidos.
Edición: María Gracia García