La ciencia ha sido una potente herramienta para erradicar tasas de incidencia de enfermedades que hace décadas las dábamos como destinos inevitables (como SIDA o polio). Pero, por otro lado, me di cuenta que la raza humana ha creado, intencionalmente o no, nuevas enfermedades ‘contemporáneas’ a la cual recién las estamos entendiendo y descubriendo su tratamiento.
Es un hecho que los problemas de salud mental o ‘enfermedades contemporáneas’ afectan a personas de distintas edades, países y culturas. Vamos con un estudio: La consultora estadounidense Pew Research Centre realizó una encuesta en el 2018 a norteamericanos entre 13 y 17 años para descubrir cuáles creen que son los problemas mas importante que más les afectan. Lo sorprendente es que las respuestas no estaban relacionadas al estilo de vida de muchos adolescentes (como alcoholismo o embarazos no planificados); sino más bien a la salud mental: problemas como la depresión y la ansiedad fueron los mas comunes entre los jóvenes de distintos niveles de ingreso. Estos resultados señalan que dichas enfermedades no distinguen clase socioeconómica.
¿Cómo entran las redes sociales en este problema? En sus inicios, cuando queríamos comunicarnos con nuestros seres queridos a distancia utilizábamos el chat en estas redes sociales, lo cual generaba una sensación de bienestar en los usuarios. Ahora, empresas como Facebook e Instagram han cuantificado y premiado el grado de interacción en sus redes mediante las estadísticas de las publicaciones. Es muy preciso conectar esta idea con el capítulo Nosedive de Black Mirror que habla sobre un estilo de vida ficticio (espero) donde las limitaciones sociales y financieras dependen de un puntaje sobre la calidad de tus relaciones sociales. Esto provoca en la protagonista del capítulo un cierto grado de ansiedad por alcanzar una mayor popularidad en las redes sociales.
“Las últimas 48 horas me han consumido por estar leyendo qué piensa la gente de mi en las redes.” — Shawn Mendes en una entrevista este mes.
Una solución buscada por los propios jóvenes es recurrir al CBD o cannabidiol, una especie de droga light, como antídoto para las presiones generadas por estas ‘enfermedades modernas’. Según un estudio realizado a los norteamericanos en este mes, 55% de los encuestados mencionaron que consumen dicha droga para relajarse y 50% han dicho para aliviarse del estrés y la ansiedad. Ahora, es importante evaluar qué tan efectivo es aliviar una enfermedad con un tratamiento que puede conllevarte a la dependencia, lo cual en mi opinión sería contraproducente.
Entre tantas ‘curas’, quisiera resaltar una que está siendo aplicada a los adultos en Estados Unidos y da mucho de qué hablar. Start-ups de California han empezado a promover la transfusión de sangre de jóvenes a adultos mayores por cifras millonarias (estamos hablando de ocho mil dólares por litro y si tiene sed llévese dos litros por doce mil, en serio) para ‘rejuvenecer’ a éstos últimos y fortalecer la salud mental y la memorial. Juzguen ustedes la lógica de esta idea, pero yo acá veo cómo adultos están literalmente absorviendo la juventud de los demás.
A manera de reflexión, la naturaleza de estas enfermedades es distinta de la que estaban acostumbrados los científicos y eso ha dejado un debate sobre cómo tratarlas (después de todo, no existe una inyección contra la ansiedad). Estamos lejos de tener una solución oficial a esto, pero pongámonos a pensar qué significa el término ‘socializar’ y estoy seguro que a partir de ahí podemos encontrar soluciones.
Editado por: Pierina Paytan