El cambio climático es un fenómeno real, del que estamos experimentando las consecuencias ahora mismo, aunque muchas veces no sean visibles a simple vista: cambios de temperatura, acidificación de los océanos, aumento del nivel del mar, entre otros. Tal vez lo más aterrador sea pensar en las repercusiones que traerá en nuestra salud física, que se verá amenazada por el calor, por el aumento de enfermedades transmitidas por el agua, la malnutrición, además de los graves efectos de las catástrofes naturales, y las consecuencias sociales de las migraciones forzadas y conflictos que traerá consigo.

El Cambio Climático – Meme Noticias

Entonces, no parece tan descabellado que una de las principales preocupaciones actuales de las nuevas generaciones sea el futuro del planeta. Esta combinación entre crisis climática y salud mental es algo que científicos han venido investigando y tratando de conocer más a profundidad, teorizando que uno de los daños colaterales de esta crisis sería el deterioro del bienestar general de las personas, del que ya estamos viendo los efectos.

“Ansiedad climática” es el término por el que se conoce al conjunto de emociones desafiantes experimentadas en un grado relevante, a causa de los diversos problemas ambientales y las amenazas que estos suponen. Algunas de estas emociones incluyen: el miedo, el dolor, la vergüenza y la culpa, que surgen como respuesta a la incertidumbre, imprevisibilidad e incontrolabilidad de la situación. En esto encontramos un ejemplo más de cómo los factores del entorno, pueden afectar en la salud mental individual.

Dentro de los grupos de personas que son especialmente vulnerables a desarrollar la ansiedad climática se encuentran, desde luego, personas que se identifican con cuestiones ambientales (por ejemplo, activistas ambientales) y, por otro lado, personas que experimentan o han experimentado de primera mano impactos relacionados con el fenómeno.

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Ya, pero, ¿qué sustento teórico tiene este término?

Los psicólogos han venido estudiando este fenómeno desde hace ya algunos años y hasta se han desarrollado instrumentos para medirla y estudiarla a más a fondo. Como cualquier tipo de ansiedad, viene junto con síntomas psicológicos acompañados de reacciones fisiológicas. Asimismo, se han distinguido entre síntomas directos (consecuencias de desastres naturales) e indirectos (destrucción de hábitats, riesgo de lesiones). La identificación de estos síntomas es un trabajo complicado, pues estos son multidimensionales debido a que los efectos del cambio climático abarcan muchos ámbitos.

Gráfico que ilustra las conexiones entre las vulnerabilidades y los posibles impactos del cambio climático en la salud humana. Fuente: Meili

Entonces, ¿es realmente algo “malo” o tal vez es una llamada a la acción?

Es importante distinguir entre niveles adaptativos y desadaptativos de ansiedad. Un nivel adaptativo de ansiedad es necesario en los seres humanos, pues nos protege de un peligro real o potencial y nos lleva a la acción. Por el contrario, esta puede volverse un problema si es tan intensa que afecta la vida cotidiana, en este caso sería necesaria la atención de profesionales para lidiar con la sintomatología, pero la ansiedad climática no es principalmente una enfermedad.

Centrarse en la salud mental del individuo no debe desviar la atención de la respuesta social necesaria para hacer frente a la crisis climática. Sentirse abrumado y con miedo sobre qué pasará si es que no actuamos a tiempo es, en efecto, una reacción comprensible ante la magnitud de los problemas ambientales que nos rodean. La ansiedad climática también puede ser a menudo un medio importante para la acción, pero esto implica que la persona tenga los recursos necesarios para lidiar con ella.

A todo esto, ¿qué podemos hacer frente a esta?

Si es que piensas que tú tal vez has experimentado o experimentas actualmente estas emociones, es recomendable que encuentres espacios en donde tengas tiempo para lidiar con ellas, mejor si es que es con compañía. También parece que contar con suficiente actividad constructiva para ayudar a mitigar el cambio climático puede ayudar a disminuir la ansiedad relacionada a este. Esto es, involucrarse en actividades o hacer voluntariado en organizaciones comprometidas con el cuidado del medio ambiente. 

Según la evidencia científica, tal vez lo más efectivo sea combinar ambos enfoques. La psicóloga e investigadora sobre educación climática, Maria Ojala, ha desarrollado un modelo centrado en el afrontamiento que combina la necesidad de afrontar las emociones de forma adecuada y desarrollar habilidades emocionales (afrontamiento centrado en las emociones), y la necesidad de contar con oportunidades suficientes para actuar y ser activo (afrontamiento centrado en el problema).

La impotencia ante una posible catástrofe ambiental es un problema real y una consecuencia comprensible al no observarse cambios suficientes puestos en marcha. La ansiedad climática ya está incluida como uno de los efectos sobre la salud del cambio climático y probablemente no sea la única que veremos en estos años decisivos para tomar acción.

Edición: Juan Diego Linares