Producto de observar el espectro político de estos últimos días, he podido evidenciar la cantidad de mensajes –a mi criterio- poco tolerantes y altamente discriminatorios hacia un grupo de la población, sea por su género, identidad sexual, religión, decisiones, etc., que muy cándidamente han vociferado ciertos candidatos a la presidencia de nuestro país.
Tenemos shows como el del candidato Salaverry de Somos Perú –compa de Vizcarrita– que indica que, de ser electo presidente, “¡Va a expulsar a todos los venezolanos!”. Interpreto: no merecen nada, no son dignos de vivir en este país lleno de una mixta cultura privilegiada que lo hace tan rico; no venezolano, tú no.-.
Al mismo estilo, el candidato Rafael López Aliaga de Renovación Popular, envía un mensaje sumamente discriminatorio e insensible hacia las personas que padecen de enfermedades terminales, frente a la decisión de una mujer que inició una batalla legal para lograr morir dignamente y cuya posibilidad jurídica ha sido enmendada por el Poder Judicial –ver caso de Ana Estrada–.
Al igual que estas, nos encontramos rodeados de otras situaciones altamente vergonzosas con harto tufo discriminatorio, visibles para todos aquellos que tenemos como base la tolerancia y el respeto hacia nuestros conciudadanos.
Lo impresionante de ello no es que se efectúen tales declaraciones, sino que, en nuestra sociedad, muchos de esos comentarios son percibidos con naturalidad, sin ánimo de reprochar hasta el último ápice de lo que esbozan. Debo indicar que, no son solo los candidatos presidenciales, también muchos de los candidatos a una curul en el Congreso de la República tienen conductas reprochables –que, de ser elegidos, serán nuestros padres de la patria, alucinante-.
Ante el escenario de intolerancia en el que nos encontramos, me veo en la obligación de forzar la visión de este artículo a explicarclaramente un DERECHO FUNDAMENTAL, básico para el desarrollo de toda sociedad que se forma por personas pensantes, con criterio e interesadas en el desarrollo de ellos mismos y de cada uno de sus integrantes.
Para empezar, ¿qué es la discriminación? Conforme indica el Diccionario de la Real Academia Española, discriminar es “dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.”.
Así, nuestra Constitución Política del Perú, norma fundamental que fija las bases para el cimiento de nuestra República, establece en su artículo 2 inciso 2) que:
Toda persona tiene derecho:
(…) 2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole.”
Constitución Política del Perú 1993
Es importante indicar que, este revestimiento frontal contra la discriminación hacia una persona, se da en cuanto nuestra Constitución dispone claramente en su artículo 1 que, es el fin supremo de la sociedad y del Estado, la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad; principio que se complementa con el artículo 2 inciso 1) que establece que toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar.
Ojo, las declaraciones discriminatorias –o con tufo discriminatorio o segregacionista– no pueden ser encubiertas dentro de la “libertad de opinión”; en tanto, como bien vuelve a indicar nuestra Constitución, las personas tienen derecho a emitir su opinión, SÍ; y tener sus confesiones, SÍ, pero siempre que no se ofenda la moral ni se altere el orden público.
De esa forma, nadie puede ser discriminado por ninguna índole. Todos merecemos ser tratados con respeto, manteniendo nuestra integridad moral y atendiendo a la importancia de nuestra dignidad como seres humanos.
Es importante indicar que, la discriminación se encuentra tipificada como delito por nuestro Código Penal, el cual va más allá y tutela no solo el acto discriminatorio como tal, sino también la incitación a la discriminación, conforme se establece en el artículo 323 del citado cuerpo normativo.
Para finalizar, conforme detalla la Primera Encuesta de Percepciones y Actitudes sobre la Diversidad Cultural y Discriminación étnico-racial del 2018 bajo el Ministerio de Cultura, el 50% de los encuestados no conoce que es la “diversidad cultural”, el 53% de la población peruana es calificada como racista –claro, pero como buen peruano, el mismo no se califica– y, finalmente –que para mí, es lo más indignante-, el 31% de los peruanos ha sido discriminado en los últimos doce meses de efectuado el estudio.
Así, querido lector, te dejo con un consejo de patas sobre cómo deberíamos tomarnos cualquier idea, situación o pensamiento que vaya en “contra” de lo que cada uno de nosotros cree y bajo la contextualización con la que hemos sido criados: no necesitamos aprobarlo, compartirlo, asumirlo ni sostenerlo, mas sí respetarlo y tolerarlo.
Es muy fácil. No nos metamos en la vida del otro, así como nadie debería hacerlo en la nuestra.
Ah, y fuera de que se disponga en una norma, como es en nuestro caso, recuerda que todos merecemos el mismo trato:, uno con dignidad y respeto. Y, como dice el dicho de Ana María Polo, “sea cortés, ande con cuidado, edúquese lo mas que pueda, respete para que lo respeten…”.
A tomar conciencia…