Hoy en día, una gran cantidad de personas no puede dejar de usar, por ejemplo, de manera continua, su teléfono celular. De la misma manera, existen otros individuos que no dejan de comprar o consumir algún producto como tabaco, chocolates, pastillas, alcohol, entre muchos más. Este comportamiento no es siempre catalogado por estas personas como una adicción, pero lo cierto es que sí lo es. Una adicción es una dependencia persistente a una conducta o sustancia… Pero, ¿Esta adicción es realmente construida y generada únicamente por la misma persona o existen elementos externos que la fortalecen? Lo cierto es que las publicidades sí influyen en la construcción de la adicción. Si bien las empresas que las difunden no pueden entrar a nuestros cerebros, sí pueden usar la psicología para lograr sus metas y van manipulando nuestras preferencias por las marcas desde que somos muy pequeños. Incluso, se puede ir formando este gusto desde antes de nacer, a través de la música utilizada en publicidades que los bebés oyen y que pueden determinar sus futuros gustos al crecer. Las compañías utilizan emociones, señales psicológicas para que nosotros tengamos el deseo de comprar o de querer seguir consumiendo el producto. En el caso particular del tabaco, usan químicos adictivos; en el caso de perfumes, fragancias que sean atractivas y en el caso de distintos productos usan los envases físicos para atraer visualmente.
En efecto, las empresas identifican nuestros simples hábitos de consumo y los convierten en adicciones muy fácilmente. ¿Cómo lo hacen? Consta de dos etapas. La primera llamada “La etapa de la rutina” que es aquella donde los consumidores compran sus productos preferidos usados regularmente como, por ejemplo, Pantene para lavarse el cabello, Colgate para cepillarse los dientes o Bolívar para lavar su ropa. Y, en la segunda etapa, llamada “La etapa del sueño”, el consumidor adquiere productos que no necesariamente necesite, como un nuevo vestido, porque las señales emocionales han ingresado a su cerebro y lo han impulsado a realizar la compra. Hay que tener en cuenta que estas señales emocionales se activan aún más cuando se aproximan días donde no se trabaja o que se salga de la rutina diaria. Esto se explica porque son momentos en los cuales tu cerebro no está ocupado pensando en terminar una tarea del trabajo o en llegar al objetivo del día. Por este motivo, se dice que en “la etapa del sueño” es donde se genera una mayor cercanía a las marcas y donde se va formando, poco a poco, una adicción a esta. Por eso hay muchas que tratan de estar presentes en eventos como conciertos, pues son lugares en los cuales las personas están relajadas y fuera de su día rutinario donde se van enganchando a la marca y terminan finalmente asociando a esta con relajación y diversión.
Y, ¿tú también asocias alguna o algunas marcas cuando estás en la playa, en un concierto, en una fiesta o en cualquier lugar fuera de tu ámbito académico o laboral?
Lo más probable es que sí, la mayoría de nosotros somos víctimas del marketing y, si quieres saber con más detalles por qué compramos lo que compramos, te recomiendo que investigues a Martin Lindstrom, experto del branding, quien realizó un extenso estudio de la unión entre el marketing y la ciencia, el neuromarketing, lo que te permitirá entender más acerca de nuestro comportamiento frente a las marcas.
Fuentes:
https://www.leadersummaries.com/ver-resumen/asi-se-manipula-al-consumidor