A menudo oímos hablar de la carencia de educación y su relevancia para el desarrollo global. En medio de esta escasez de servicios eficaces de educación, un héroe que pocos esperaban ha aparecido para concretar un sueño. No obstante, no esperaban al villano que iría tras este héroe.
Una de las grandes problemáticas para el desarrollo económico es el capital humano. Esto implica que las naciones menos desarrolladas simplemente carecen de líderes capacitados para entender cómo crear industrias productivas que permitan a su vez crear sistemas de servicios esenciales como la educación. Tal caso sigue siendo una realidad en múltiples naciones africanas. Y el asunto no es sólo el acceso a una escuela en una aldea. Como cualquier peruano sabrá, luego de ver los resultados de las evaluaciones de maestros, los profesores no siempre se encuentran lo suficientemente calificados en los temas que deben enseñar.
No es una sorpresa, entonces, que organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) necesiten establecer escuelas tanto para extender la cobertura de la educación como elevar su calidad. Lamentablemente, la caridad no es infinita, sino uno de los recursos más limitados en el mundo. Sin embargo, las cadenas de colegios de bajo costo están empezando a ser una alternativa con resultados predeciblemente mejores que los sistemas públicos aplicados por Estados frágiles que, como el caso de Kenia que será tratado posteriormente, no cuentan con los recursos físicos o humanos necesarios.
Entre los principales promotores de las cadenas de colegios de bajo costo se encuentran multimillonarios de la talla de Bill Gates y Mark Zuckerberg. Ellos donan millones de dólares a la cadena de colegios Bridge International Academies, la cual es con buena diferencia la más relevante en el mundo, pues dispone con más de 600 colegios alrededor del mundo que sirven una clientela total de 20000 alumnos. Si bien por el momento Bridge está trabajando en pierde y depende de donaciones, esta no es una organización sin ánimos de lucro. Por el contrario, proyectan que a largo plazo el crecimiento económico les abra mercados cada vez más grandes.
Y tampoco hay motivo para creer que las donaciones de grandes multinacionales sean íntegramente caritativas. Los retornos a los sistemas educativos dependen de que jóvenes brillantes dejen el campo para ir a estudiar. Y tal como, en su libro La Gran Estancación, indica el economista estadounidense, Tyler Cowen, la llegada de la globalización al África subsahariana significa que sean vistos como una gran fuente de mano de obra barata. Si es que en los países ricos la cobertura educativa es prácticamente universal, es lógico invertir en países más pobres, donde hay muchas mentes brillantes que no pueden ser desarrolladas. De este modo, la educación privada es capaz de unir los intereses de las empresas multinacionales, las naciones en desarrollo y las ONGs.
A pesar de todo ello, países como Kenia se muestran reacios a permitir este tipo de emprendimientos que amenazan su control sobre el sistema educativo. No es una teoría conspirativa que la educación pública funciona para promover los intereses del Estado (y si estás en desacuerdo, se nota que nunca te has preguntado por qué te ponían a Jorge Basadre en los libros de Historia). Y el principal grupo de interés con el que se ha aliado el gobierno de Kenia es el sindicato de profesores. Los datos están claramente de un lado: en países donde se ha comparado los resultados de pruebas estandarizadas -como en Liberia-, los estudiantes de Bridge obtienen resultados de hasta el doble de puntaje que los alumnos de colegios públicos. Pero no importa la abismal diferencia en el desempeño, el sindicato se queja de que los profesores de Bridge no cuentan con licencias educativas. El mismo sindicato de los profesores que, según el Banco Mundial, no asisten a clases un 30% de veces.
Verdaderamente, escribir este artículo me ha dado más de un golpe de realidad, no la de África, sino la de Perú. Precisamente son asuntos como la malla curricular del Estado que hacen que no se piense en el Estado como una institución con intereses como cualquier otra, incluyendo ámbitos como la provisión de educación y salud. ¿Por qué hay tanto interés por controlar los estándares educativos? Mi intuición es que las personas que piensan que los señores en el gobierno son seres benevolentes son las mismas que creen que los perros van al cielo. Este sistema de lavado masivo de mentes en menores de edad me parece mucho más totalitario que los sistemas de control a través de la intimidación, propios de ciertos gobiernos militares, donde encuentras cuerpos en la puerta de tu casa. Pero como toda ilusión, siempre hay cabos sueltos, donde te das cuenta de que, en verdad, no les importa tu educación.
Edición: Daniela Cáceres