Para tomar buenas decisiones es importante analizar de manera objetiva la mayor cantidad de información disponible. Aunque en teoría esto puede sonar simple, tenemos muchos sesgos que complican este proceso y dificultan nuestra capacidad de ser completamente imparciales. Uno de estos es el sesgo de confirmación y en este artículo te contamos cómo afecta la manera en la que buscamos y procesamos información.
¿Qué es el sesgo de confirmación? La Sociedad Americana de Psicología lo describe como la tendencia que tenemos de reunir evidencia que confirme nuestras expectativas preexistentes, buscando y prestando más atención a información que apoye nuestras expectativas y descartando evidencia que las contradiga. Este sesgo hace que busquemos, interpretemos y recordemos información que nos sirve para confirmar y mantener nuestras creencias y opiniones.
Una vez que hemos formulado una opinión, inconscientemente intentamos mantenerla y analizamos evidencia de forma sesgada, tal como concluyó una investigación realizada en 1979 por la Universidad de Standford. Para esta investigación se hizo un experimento con dos grupos de personas, uno que apoyaba la pena de muerte y otro que la condenaba. A ambos se les proveyó un estudio que argumentaba a favor de la pena de muerte y otro que argumentaba en contra. Los dos grupos calificaron a los estudios que confirmaban sus creencias como más convincentes y probatorios y, por lo tanto, el análisis final de estos resultó en una polarización mayor. La calidad de la evidencia fue prácticamente irrelevante. La investigación concluyó que la gente que tiene opiniones firmes tiende a aceptar evidencia confirmatoria sin mayor escrutinio y a rechazar evidencia discordante al someterla a una evaluación más crítica, buscando alguna falla que la desacredite.
Desde entonces se han hecho muchos otros estudios sobre este sesgo, y si bien existen varias teorías e hipótesis que intentan explicar su función, aún no hay un consenso definitivo. Sea cual sea el motivo, disfrutamos cuando lo aprendido coincide con lo preconcebido y hacemos un esfuerzo inconsciente para que esto se mantenga así (¿a quién no le gusta estar en lo cierto?).
El sesgo de confirmación en esta era digital es aún peor, pues se ve magnificado por las redes sociales y los buscadores de Internet. La mayoría de redes miden su éxito en base a la cantidad de tiempo que sus usuarios invierten en ellas y la cantidad de clicks, likes, shares, retweets, views o comentarios que estos generan. Esto se traduce a más dinero ganado en anuncios y publicidad. El problema está en que los algoritmos diseñados para mantenernos conectados analizan nuestros intereses y opiniones y suelen mostrarnos contenidos que se alineen con estos para maximizar nuestro tiempo en línea. En el documental de Netflix “El dilema de las redes sociales” (si no lo has visto te lo recomiendo), Tristan Harris, un exempleado de Google encargado del diseño ético, comenta que dos amigos cercanos pueden ver mundos completamente distintos en las redes sociales. Mundos que están diseñados por computadoras que calculan qué es perfecto para cada uno. Así las redes se convierten en una cámara de eco que solo nos muestra información que refuerza nuestras creencias.
Esto también sucede con los buscadores de Internet. Justin Rosenstein, exingeniero en Google y Facebook, explica que cuando tipeas en Google: “El cambio climático es:” el buscador muestra resultados distintos. En algunos casos se autocompleta con “El cambio climático es un engaño” y en otros casos se autocompleta con “El cambio climático está causando la destrucción de la naturaleza”. Esto sucede porque los resultados de la búsqueda se generan en base a la ubicación desde la cual estás googleando y a las cosas particulares que Google sabe sobre tus intereses. Así se limita la diversidad de la información que encontramos y esto refuerza nuestro sesgo.
El sesgo de confirmación toma especial importancia en la coyuntura actual. A menos de un mes de la segunda vuelta electoral es bastante común ver hilos interminables de comentarios en redes con discusiones sobre cuál de los dos candidatos es el mal menor. Discusiones en las que cada uno respalda sus opiniones con información elegida a dedo y hace la vista gorda a evidencia contraria o, en el mejor de los casos, intenta refutarla como sea. Si realmente queremos tomar la mejor decisión para el país, es importante que seamos conscientes de la existencia de este sesgo e intentemos moderarlo. Aunque es más fácil dicho que hecho, intentemos no juzgar la información que recibimos en base a si confirma o no nuestras expectativas, sino en base a la calidad de esta. Intentemos buscar evidencia ‘desconfirmatoria’ activamente y no solo evidencia que apoye nuestros puntos de vista. Intentemos discutir para aprender y no solo para tener la razón. Y tú ¿eres consciente del sesgo de confirmación y haces algo para contrarrestarlo?
Editado por: Andrés Ordenes