¿Qué es un ser vivo?, ¿por qué estamos vivos? Definir la vida nunca ha sido fácil y en la historia se ha intentado definirla varias veces. Por ejemplo, cuando Watson y Crick descubrieron el ADN, aseguraron haber descubierto “el secreto de la vida”, diciendo que “la vida es ADN”. (1) Desde ese entonces, ha existido un debate entre darle prioridad al material genético o al metabolismo para definirla.
Actualmente, la vida se clasifica en tres grupos o dominios: bacterias, arqueas (una clase distinta de microorganismos) y eucariotas (plantas, animales, hongos). Con esta clasificación, los científicos creyeron ya tenerlo todo resuelto, pero al igual que el coronavirus vino a darle una vuelta a tu vida, los virus también vinieron a revolucionar la idea de lo que pensamos que era vida. ¿En qué grupo se encuentran estos pequeños seres? He aquí el problema, no están en ninguno. Por eso, discutiremos la naturaleza de los virus y cómo es que no cumplen con las características que todo ser vivo posee.
Sabemos que, los virus son agentes infecciosos compuestos de un material genético, el cual está protegido por una capa proteica llamada cápside. Son capaces de realizar dos de las funciones atribuidas a los seres vivos: relacionarse y reproducirse, pero no lo hacen de manera autónoma.
Primer problema: La ausencia de células
La definición de la vida se basa en la teoría celular: “un organismo está constituido por células”, “toda célula se origina de una preexistente” y “las células son las estructuras básicas de la vida”. (2) Este es el primer problema por el cual los virus no pueden encajar en la definición de vida: no tienen células. Sus estructuras por más complejas que sean, no tienen estructuras celulares, como la membrana plasmática, el citoplasma, el núcleo y ribosomas.
Las células tienen un sistema organizado que determina qué necesitan en todo momento y tienen las herramientas para conseguirlo. En cambio, lo que los virus hacen es vagar por el medio y, solo cuando se ponen en contacto con una célula, su configuración molecular cambia, pero es una operación ya programada. Por ello, sin tener células, no podría considerarse que un virus sea un ser vivo.
Entonces, ¿cuál es el origen de un virus?
Entonces, si los virus no provienen de otras células, ¿de dónde provienen? Existen diferentes teorías para intentar explicar su origen. La primera es la “teoría de la regresión celular”. Esta explica que, algunas células que parasitaban, fueron perdiendo los genes que no necesitaban para nutrirse o relacionarse, quedándose con los básicos usados para su reproducción. Su estructura se fue simplificando, dejando atrás la estructura celular para convertirse en seres acelulares.
Por otro lado, la “teoría del origen molecular-celular” propone que surgieron como entes genéticos independientes que escaparon del material de un organismo completo. Es decir, son pedazos de información que pudieron sobrevivir por sí solos y, con el tiempo, se convirtieron en una molécula estable. No se sabe cuál de las teorías es la correcta, por lo que podría ser una mezcla de ambas o ninguna de ellas. (3)
El segundo problema: Falta de autonomía
Como mencionamos anteriormente, es verdad que los virus comparten algunas características con los seres vivos. Tienen material genético propio, evolucionan por selección natural y se reproducen creando réplicas de sí mismos. Asimismo, están compuestos de moléculas que se encuentran dentro de las células como los ácidos nucleicos, proteínas, lípidos y azúcares. Sin embargo, los virus no pueden hacer nada por sí solos y es esta dependencia con las células hospederas, el segundo problema por el cual no pueden corresponder a la definición de vida.
Los virus se replican dentro de una célula y utilizan sus componentes celulares para la síntesis de proteínas y ácido nucleico que van a formar las nuevas partículas virales. Se dice que, son parásitos moleculares que dependen completamente de la maquinaria de las células, no solo para su reproducción, sino también para su evolución. En ausencia de células, los virus no son más que materia orgánica inanimada.
Tercer problema: Falta de metabolismo
Por otro lado, los virus no tienen metabolismo. Este es el tercer problema, ya que los virus no necesitan alimentarse, a diferencia de los seres vivos compuestos por células que sí lo necesitan para completar su estructura y obtener energía para sus reacciones metabólicas. Asimismo, los virus no interaccionan con el medio y su forma de actuar no cambia según los factores externos como temperatura, presión, luz, etc. Siempre actúan de la misma manera, siendo su único objetivo buscar una célula para poder reproducirse.
Finalmente, a diferencia de los virus, nosotros sí podemos decir que estamos vivos porque cumplimos con las funciones básicas de la vida que son la nutrición, la autorregulación y el intercambio con el medioambiente, lo cual permite el metabolismo y la reproducción. (4) En cuanto a los virus, ¿están vivos? No, pero tampoco están muertos. Podemos considerarlos como elementos intermedios, entre los organismos vivos y la naturaleza inanimada, como un vínculo entre la vida celular y acelular.
Ahora, solo nos queda pensar en cómo es que nuestro actual enemigo se asemeja muchísimo a un zombie de la Guerra Mundial Z. No solo porque este particular virus – así como el zombie- se encuentra, por naturaleza, entre la vida y la muerte, sino porque se “mueve” a toda velocidad. Pero, a diferencia de lo que vimos en esta película apocalíptica, nuestras principales armas contra este nuevo virus son la limpieza y el aislamiento. Así que ya sabes, #QuédateEnCasa por tu bien y el de todos.
- Forterre, P. Defining Life: The Virus Viewpoint. Orig Life Evol Biosph 40, 151–160 (2010). https://doi.org/10.1007/s11084-010-9194-1
- Kenneth H. Nealson and Pamela G. Conrad “Life: past, present and future”, Philosophical Transactions of the Royal Society B, Vol. 354, No. 1392, pp. 1923-1939, DOI: 10.1098/rstb.1999.0532.
- Paps, J. (2017). ¿Están vivos los virus? Un nuevo descubrimiento indica que se parecen más a los zombis. Recuperado el 20 April 2020 de: https://elpais.com/elpais/2017/04/12/ciencia/1492011691_067101.html
- Luisi, P. L. (1998). Origins of Life and Evolution of the Biosphere, 28(4/6), 613–622. doi:10.1023/a:1006517315105
Edición: Diana Decurt.