Me considero una mujer que lucha por las mujeres y hace todo un esfuerzo consciente por abandonar esas creencias patriarcales que tengo tan arraigadas dentro de mí. Lo hago porque quiero vivir en un mundo sin inequidades de género, pero también porque quiero ser una mujer fuerte que no permite que la rebajen; no de nuevo.

No obstante, existen esos momentos que a mí y a ti se nos escapan, donde nos sometemos sin querer a ser menos, a estar calladas. Las menciono acá como confesionario y con la esperanza que contribuyan a que reflexionemos y seamos más conscientes de ellas; espero que esto no me haga menos feminista, sino más humana – con más equivocaciones, con más aspectos por mejorar.

5. Suelo compartir los gastos cuando salgo con algún chico, pero a veces me rindo y dejo que él pague; me da flojera tener que darle una explicación, además de que me han dicho en ocasiones que no me dejo ser engreída e invitada y que eso los hace sentir mal. Entonces lo dejo, no quiero hacerlo sentir así.

4. Me sentí mal con mis vellos y me depilé o los escondí. No digo que depilarse esté mal, lo que está mal es sentir que tienes que hacerlo para ser atractiva. A mí me gusta mucho disfrutar mi cuerpo depilado, sin importar quién me vea. Pero hubo un día en el que sentí que tener vellos me hacía más fea, generaba rechazo. Me disculpé por ello y me depilé. Pensé que tenía que agradar a los demás.

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3. Me sentí triste e insegura y besé a un chico. No me sentí mejor, de hecho solo fue peor al día siguiente, pero al menos en ese instante me sentí agradada. Dejé que alguien externo determinara cuánto valgo y usé a un hombre (o a varios) como objetos, aprovechándome de su disposición. En vez de buscar la igualdad los puse por debajo de mí.

2. Pensé en Ariana Grande cuando falleció Mac Miller, pero solo pensé en Demi Lovato cuando escuché de su sobredosis. No pensé nada negativo de ella, ni que no lo había apoyado lo suficiente; de hecho pensé en que la debe estar pasando bastante mal. Pero pensé en ella, que podría estar sintiéndose culpable. Naturalicé dentro de mí ese sentimiento de culpa de no “acompañar” lo suficiente y me pareció lógico que pudiera sentirse así, cuando no lo era; cuando ella no tenía por qué acompañar y, sobre todo, porque no asociaría ese mismo sentimiento en el caso de un hombre.

1. Me siento mal con mi cuerpo y a veces desearía poder ser más “regia”, más fit. Me siento insegura y muchas veces no me gusto, porque siento que no estoy llegando a ese ideal que busco. Y ese es el problema, que considero que debo llegar a un cuerpo para ser feliz y sentirme cómoda.

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0. Me dejé llevar por lo de siempre, por lo que todos hacen y por lo que me hace sentir mejor en el momento, por lo que me sale fácil. No pensé en todas estas actitudes que tengo tan normalizadas y lo que implican. Pero también me di cuenta de ellas y de otras, que ya modifiqué. No seré aún la feminista perfecta, pero estoy en el proceso de cambiar todas esas preconcepciones y el primer paso es poder reflexionar sobre las mismas.