En 2016, distintos estudios revelaron que el 1% de la población posee tanta riqueza como el patrimonio acumulado del 99% de la población mundial restante. Esto nos lleva a pensar en la desigualdad en el mundo, no solo hablando del capital financiero, sino de la posibilidad de acceso a mínimos vitales tales como agua, energía, alimentos, entre otros recursos. Basta con observar la situación del Perú, para poder tener una idea de lo que es un país con desbalances, desigualdades y una pobreza extrema que es difícil de acabar.
Ese año también fue el estreno de la primera producción brasileña original de Netflix, llamada ‘3%’. Esta, que también fue la segunda serie de la firma estadounidense producida en Latinoamérica, es una ficción posapocalíptica que crea suspense en sus veedores al presentar paralelamente dos sociedades: una distopía y una utopía. Esta última con acceso restringido solo al 3% de la población que logre pasar por el denominado ‘proceso’, secuencia de pruebas físicas, mentales y de supervivencia a niveles irracionales llevado a cabo por todos los jóvenes de veinte años habitantes de ‘El continente’ (la distopía). La premisa es ganar a toda costa y poder ser parte de los seleccionados, para así poder asegurarse de tener una vida dentro de la sociedad utópica (con acceso a todos los recursos y más). Sin más que contar, les dejo el tráiler de la serie que actualmente está en la cartelera de Netflix y que cuenta con ocho episodios:
Esto trae a nuestras mentes preguntas como: ¿qué clase de sociedad queremos crear? o ¿en qué mundo crecerá nuestra descendencia? Vivimos en un constante proceso de guerra, donde lo más importante es la competencia y vencer a los demás ‘para ser parte de ese 3%’. Cuando, por el lado opuesto, una sociedad pacífica busca la cooperación, desarrollándose en conjunto como sociedad. En el contexto de hoy en día, la paz no solo significa la ausencia de guerra, sino hace referencia a un mundo con armonía entre las diferencias de las personas, donde se pueda tener paz con uno mismo y con el mundo. El lugar indicado para conseguir el pleno desarrollo del potencial humano. Con ‘cooperación’ no hablo necesariamente de filantropía, ni beneficencias (que también son importantes), hablo de ser consciente del entorno y de nuestras acciones, tomando responsabilidad de lo que hacemos y actuando caritativamente.
Mientras que se piense que el cambio climático no es una realidad que ya comenzó a afectar al planeta, no se podrá lograr la súper sostenibilidad que la Tierra necesita para poder mantener un medioambiente saludable para vivir. Mientras que se siga discriminando a la gente por su color de piel, nacionalidad, género, opción sexual o religión, nuestra sociedad no podrá progresar. Mientras la educación no sea de calidad y de libre acceso a todos, no tendremos un futuro en qué pensar. Todo esto no es algo nuevo, desde inicios del milenio la Organización de Naciones Unidas puso en marcha el plan de los Millennium Development Goals (MDGs) a nivel internacional, el cual tenía como objetivo 8 metas para ser alcanzadas al año 2015, y que no fueron cumplidas a cabalidad, por lo que la misma organización internacional en conjunto con 193 líderes mundiales fijaron en 2015 los Sustainable Development Goals (SDGs), ahora con mayor contemplación de los problemas sociales, económicos y medioambientales del mundo, los cuales se presentan a continuación:
Entonces, ¿queremos una sociedad en la que solo el 3% sea afortunado de tener recursos tan vitales como el agua o en la que sea necesario matar para ganar? Debemos aprender y enseñar. Debemos sembrar para que aquellos que vienen luego de nosotros cosechen. Y debemos preocuparnos para poder tener un futuro, para que nuestros hijos tengan un futuro y sus hijos también.